Jerónimo Sánchez recorre las calles con su bicicleta en busca de objetos que le sirvan en los contenedores.

«Lo hago para entretenerme, no por necesidad»

A sus 80 años, Jerónimo Sánchez recorre los contenedores de Salamanca para llenar sus mañanas de rutina y entretenimiento

M. B.

Salamanca

Domingo, 5 de octubre 2025, 17:19

Por desgracia, no es raro ver en los contenedores de basura de la ciudad a gente buscando algo que les sirva para comer. Pero no todos los que hurgan en los contenedores lo hacen por hambre. En las calles de Salamanca, entre bolsas de basura y restos olvidados, también hay quien busca otra cosa: tiempo, entretenimiento, un motivo para salir de casa. Jerónimo Sánchez de Pizarrales, de 80 años, es uno de ellos.

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Montado en su bici, recorre barrios como Garrido o Los Cipreses, donde comienza la ruta de los contenedores. «No tengo un sitio fijo, hoy ha tocado por aquí. Lo que sale, salió», dice, atento a lo que otros dejan atrás. A veces son platos de metal, ropa todavía en buen estado, un florero olvidado. Nada extraordinario, reconoce, pero suficiente para llenar la mañana. Lo que sirve, lo guarda; lo demás lo vende como chatarra. «No es porque me haga falta, yo cobro mi pensión», insiste.

Albañil durante cuatro décadas, se jubiló hace quince años con la sensación de que el reloj se le había quedado demasiado quieto. «Esto es por entretenerme; si encuentro alguna cosa… pues nada, me quedo con ella», dice con una sonrisa. Lo suyo no es un oficio ni un recurso desesperado, sino la costumbre de quien quiere seguir teniendo una rutina.

Su vida se reparte entre dos escenarios: el huerto en Doñinos, donde cultiva verduras con paciencia de agricultor, y las calles de la ciudad, donde convierte el paseo en un pequeño ritual de búsqueda. Por la mañana, el campo; a media mañana, la basura.

Jerónimo no busca tesoros, sino entretenimiento. En su cochera de Pizarrales almacena algunos hallazgos; otros los vende para sacar algo, aunque no lo necesite. Lo importante para él es que esa rutina le mantiene ocupado. Mientras unos tiran esas cosas a la basura, él encuentra un motivo para mantener la cabeza activa. No hay romanticismo ni épica en su relato: es un pasatiempo que se ha convertido en su rutina diaria. «Lo llevo haciendo desde que me jubilé, unos 15 o 16 años ya».

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Al final, su historia no habla tanto de la búsqueda de objetos en la basura, sino más bien de una manera de mantener el tiempo ocupado. Más que rescatar objetos de los contenedores, se trata de entretenerse sin que le cueste dinero. No es una historia de buscar en la basura por necesidad.

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