Dos patrias y un alma dividida
Se calcula que más de 11.700 salmantinos viven hoy en día en Argentina, donde aún residen aquellos que, por motivos económicos, salieron de esta provincia durante la postguerra. A pesar del tiempo, siguen invadidos por la nostalgia
Ahora que tanto se habla de migración y que no son pocos los que tratan de poner fronteras al mar, conviene recordar que España también fue un país de emigrantes, y Salamanca de manera especial. En la actualidad, se calcula que son más de 35.000 las personas nacidas en Salamanca o descendientes de salmantinos empadronadas en diferentes países del mundo. Iberoamérica ha sido siempre un destino preferente, y especialmente un país como Argentina, que durante la primera mitad del siglo XX acogió a numerosos salmantinos que huían de la pobreza y buscaban en otras tierras un despertar económico que no encontraban en sus pueblos. Hoy en día, se calcula que son más de 11.700 los charros que residen en Argentina, país en el que han logrado forjar una nueva vida, crear una familia y asentar un porvenir.
Aunque están esparcidos por todo el país, un buen número de estos salmantinos reside actualmente en la capital, Buenos Aires, que cuenta con una Casa de Salamanca convertida en una especie de embajada cultural. Así lo ha sabido entender la Diputación de Salamanca, que desde hace años mantiene un contacto directo con esta entidad y con quienes forman parte de ella, contacto que se ha extendido también a las principales instituciones públicas de la ciudad, hasta el punto de plantear la suscripción de un protocolo de colaboración en proyectos de intercambio académico y formación, con el fin de contribuir a mejorar las relaciones sociales y culturales entre ambos territorios.
En este proceso, la implicación de los salmantinos oriundos residentes en el país ha jugado un papel fundamental. No en vano, nunca han renunciado a sus raíces, aunque sean también argentinos. Dos patrias y un alma dividida. «Sin estar en España, ese sentimiento se comparte y se siente tan orgánico», señala Brenda Sardón, descendiente de salmantino. «España para mí lo es todo», comenta Faustino Muñoz, natural de Lagunilla, mientras que Felisa Fraile, natural de La Alberca y con 92 años, no oculta su pasión por la tierra que la vio nacer: «Volvería a España con mucho gusto», apostilla.
A unos más que a otros, lo cierto es que a todos les costó adaptarse al nuevo hábitat, pero ninguno ha perdido el contacto con su lugar de origen. Cada vez que pueden regresan y visitan La Alberca, Lagunilla, Sotoserrano, Villar de la Yegua, Valdelacasa… y así hasta medio centenar de localidades diferentes.