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El inolvidable juego de chapas.
5 cosas que sólo puedes saber si tienes más de 35 años

5 cosas que sólo puedes saber si tienes más de 35 años

Hacemos un viaje en el tiempo a la época de la EGB para poner a prueba la memoria de los más nostálgicos

Jueves, 28 de marzo 2019, 12:49

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A los denominados ‘millennials’ le sonará a chino. Sin embargo los que hayan nacido durante la década de los 80 antes les traerán unos recuerdos imborrables. Dicen que cualquier tiempo pasado fue mejor. En algunas cosas seguro que sí. En otras no está de mal algo de evolución. Lo que nadie nos puede quitar es el derecho a recordar con nostalgia algunas cosas de la vida cotidiana que hoy son un bonito recuerdo del pasado.

Las telefonistas, el filtro imprescindible para llamar al exterior

Los que ya empiecen a peinar canas y se hayan criado en un pueblo recordarán perfectamente la figura de la telefonista. Nada más descolgar el teléfono aparecía ella (normalmente era una mujer) preguntando a qué número querías llamar. Era un filtro imprescindible y, al mismo tiempo, la mejor informada de todo el pueblo. Aunque éticamente no debía escuchar las conversaciones, en la práctica muchas de ellas se enganchaban a las conferencias más interesantes.

Por eso tenían fama de cotillas. Luego estaba en cada una contarlo por todo el pueblo o guardase los secretos para sus adentros. Se nota que no eran tiempos de leyes de protección de datos ni cosas similares.

Los bolígrafos servían para algo más que para escribir

En la época de la EGB los bolígrafos eran unos auténticos objetos multiusos que iban más allá de su función de escribir. Una de las más útiles era para rebobinar las cintas de casete. Poco a poco y con mucha calma, se introducía el bolígrafo (preferentemente Bic) en uno de los dos orificios de la cinta y se comenzaba a dar vueltas para volver al inicio. De esta manera te ahorrabas las pilas del ‘walkman’ que no duraban absolutamente nada. Pero los bolígrafos tenían más usos. Sacando la barra de tinta y quitando el tapón inferior, se convertían en ‘mortíferas’ cerbatanas para atacar a los compañeros de clase. Y los más marranetes usaban el capuchón para sacarse la cera de los oídos.

La televisión era cosa de dos

Explicarle a un ‘millennial’ que hace tres décadas sólo había dos canales en los que ver la televisión es algo así como hacerlo con el teorema de Pitágoras. Cuesta entenderlo cuando en la actualidad nadie sabe a ciencia cierta la cantidad de canales de televisión que tenemos disponibles. Es imposible hacer una ronda entera de ‘zapping’. Pero hubo un momento en el que sólo estaban “La Primera” y “La Segunda”. Y de hecho “La Segunda” sólo se ponía para poner el fútbol y poco más. Algunos tuvimos la suerte de sintonizar “La Segunda de Navacerrada”. Que era lo mismo, pero con la programación de Madrid. Eso te permitía ver más fútbol y algún programa diferente. Y, lo mejor de todo, seguir teniendo señal de televisión cuando la que provenía de la Peña de Francia tenía interferencias.

Para cambiar de un canal a otro había que levantarse y pulsar en los botones de la propia televisión. Cuando llegaron las privadas (Telecinco, Antena 3 y Canal +) y los mandos a distancia fue una auténtica revolución. Lo de ahora ya es otra historia.

Enciclopedias y máquinas de escribir para sacar adelante los trabajos

Estaría bien que por una temporada los estudiantes no tuvieran acceso a internet para elaborar sus trabajos. La mayoría estarían completamente perdidos, porque no saben que hace unos cuantos años la información se buscaba en una cosa llamada enciclopedia. La mayoría teníamos una en casa con diferentes volúmenes que se habían comprado en una suculenta oferta en la que regalaban un televisor o una minicadena. En ella se encontraba prácticamente todo. Información fiable para hacer los trabajos que luego se escribían a mano o, en el mejor de los casos, en una máquina de escribir. Esa en la que había que apretar con fuerza las teclas y que tenía cintas de tinta roja y negra. Esa que se aprendía a manejar con un manual de hojas amarillentas Mecanografía básica que hoy nos sirve para usar los modernos teclados de los ordenadores.

El fútbol se jugaba con chapas y no con videoconsola

Además de dar patadas a un balón e intentar meter gol entre dos mochilas o en una portería pintada en una pared, había otra forma de jugar al fútbol. La más divertida, eran las chapas. Con una tiza se pintaba un campo de fútbol sobre la calle y en él se disponían 22 chapas debidamente “equipadas”. Con una moneda de 100 pesetas como molde, se fabricaban en papel las “camisetas” con el nombre del jugador, el dorsal y los colores del equipo. Otra opción más “profesional” eran las chapas que regalaban o se vendían y en las que se incluía en el reverso la fotografía de cada jugador.

Para recolectar las chapas había que ir a los bares y pedirlas al dueño. Eso sí, sólo valían las que estuvieran perfectamente rectas. Como balón se usaba un garbanzo (pedrosillano pero no demasiado pequeño) y, como porterías, una caja de zapatos cortada a la mitad.

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