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Fachada de la puerta de Las Ventas E.P.
Triunfos en blanco

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Artículo de opinión de Javier Lorenzo en el suplemento ‘Toros’ de LA GACETA

Sábado, 28 de mayo 2022, 11:39

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Todos los titulares se los llevó Álvaro Alarcón tras la novillada del lunes en Las Ventas. La tarde en la que el palco se encargó de ningunear una actuación relevante tanto o más reveladora. El capricho de un presidente no puede condenar al cajón del olvido la verdad de un torero, una firme apuesta de futuro. La pureza, la autenticidad y la calidad de Jorge Martínez se impuso a todo. Un espada de valor sin cuentos, de emplearlo al servicio del mejor toreo. Es el valor consciente que es el que sirve para medir la capacidad de un torero.

Casualmente, ni su faena ni tampoco la de Ángel Téllez, justo hace una semana, fueron premiadas en San Isidro. Han sido, sin premio, dos de las revelaciones de lo que va de Feria.

A la faena de Téllez se le interpuso un pinchazo en el nobilísimo toro de Arauz de Robles pero la espada no fue siquiera el argumento al que pudo agarrarse el palco para ningunear la distinguida actuación del novillero de Totana ante un utrero con genio y con sentido, que se coló repetidamente buscando la femoral de un torero que nunca se arredró. Al arisco comportamiento del de Fuente Ymbro se impuso con autoridad, mando, temple, capacidad y la serenidad de los elegidos. No le hizo falta arrebato alguno, ni tampoco temeridad para asustar y convencer, pero fue capaz de concitar, atraer y acaparar la atención del público con una obra de impecable estructura que fue creciendo con el paso de los muletazos y terminó coronando con una soberbia estocada. Fue la estocada y más aún fue la soberbia rectitud con la que afrontó esa suerte suprema. El novillo salió con la muerte a cuestas. La plaza se nevó de pañuelos y el presidente encondió el suyo para quedar en evidencia. La exigencia con el pobre y con el torero que no tiene nada.

Jorge Martínez no necesitaba regalos porque el premio era suyo y se lo había ganado con autoridad, mientras el palco, con Ignacio Sanjuan Rodríguez al frente, demostraba la nula capacidad para sentarse a presidir un festejo, más que por no saber valorar la actuación impecable de un torero, por no cumplir el reglamento, que no atiende a interpretaciones y es tajante a la hora de definir la concesión del primer trofeo.

Jorge Martínez, Ángel Téllez... y Joselito Adame que se jugó la vida sin contemplaciones el martes en esa misma corrida de Arauz y al que en aquella ocasión, no el palco, sino el público ninguneó una actuación cargada de seriedad y sinceridad. La exigencia no se puede confundir con la injusticia, y menos ignorarlos. La firmeza con la que toreó al buen sobrero de Chamaco y la sinceridad con la que volvió a la cara después de la espeluznante voltereta que recibió en el primer muletazo de la faena al cuarto fueron de una capacidad y una sinceridad como para rendirse sin contemplaciones. Se enteraron pocos.

Son tres de los toreros que han impactado sin premio en San Isidro. El sanisidro que se ha rendido a El Juli, que el viernes cuajó una faena prodigiosa a un toro de Garcigrande. Otra, que daba continuidad a la tarde estelar firmada con los toros de La Quinta dentro de un serial en el que ha logrado por fin conquistar Madrid. También le negaron la primera oreja después de que él perdiera la segunda de nuevo con la espada. Otra decisión incomprensible. Otro desbarre presidencial, en una tarde en la que el público de Madrid tampoco estuvo a la altura ovacionando la agonía de un toro que vendió cara su muerte, pero buscando la puerta de chiqueros. ¡Ay Madrid!

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