Solos
Artículo de opinión de Javier Lorenzo en el suplemento ‘Toros’ de LA GACETA

Si la industria taurina es incapaz de promocionar a los nuevos toreros, emergentes y novedades para el aficionado, parece una utopía pensar que lo van a hacer lejos del ruedo. Ni a los emergentes ni a la propia tauromaquia. En un momento en el que la comunicación se ha diversificado, ha crecido y viaja por los más variados canales para llegar a los más recónditos rincones, y de las más distintas formas, el toreo ha perdido presencia en la sociedad y se ha quedado descolgado. Precisamente por eso. Por no saber comunicar. Por no saber vender el espectáculo ni menos a sus protagonistas. Los toreros hoy son unos perfectos desconocidos más allá del ámbito taurino. Fuera de su burbuja, les miran con recelo e incluso incredulidad. A la tauromaquia le falta visibilidad. Un escaparate para ensalzar los valores que ostenta y representa. Quien más quien menos sabe que Morante de la Puebla, Julián López ‘El Juli’ o José María Manzanares son toreros. De ahí para abajo empieza a costarle...
La responsabilidad de los empresarios taurinos debería ir mucho más allá de juntar a tres toreros en un cartel con una ganadería y en una fecha determinada. Debería saber promocionarlos para hacerlos llegar al gran público. Hoy tienen las más variadas herramientas para hacerlo, más allá de aquellos caducos carteles que con una bocha y un bote de cola se pegaban en las paredes para anunciar funciones taurinas. “Nuevo en esta plaza”, acompañaba en letra pequeña al debutante en esta o aquella plaza. El toreo se quedó anquilosado en la promoción de hace medio siglo. Y ahí sigue estancado, cuando le hace falta una difusión ingente que nada tiene que ver con aquella de hace 50 o 60 años, cuando la Fiesta estaba en plena efervescencia. Hoy, lejos de estar cuestionada por una atroz ofensiva antitaurina, ha perdido el peso en el mundo en el que se desenvuelve. Los toreros han dejado de ser héroes sociales o cuando menos personajes populares. Al toreo le cuesta salir de su burbuja en la que vive y se retroalimenta. Ni sabe promocionarse ni dar a conocer a sus protagonistas. Las empresas no saben vender a sus actores para incentivar a la gente que tiene que pasar por la taquilla.
De los casi 800.000 mil habitantes que tiene Valencia capital, cuántos saben y conocen quiénes son Ángel Téllez o Francisco de Manuel, que este miércoles hicieron el paseíllo en el coso de la calle de Xátiva. Pocos sabrán que ambos abrieron la puerta grande de Las Ventas de Madrid, porque apenas existe información taurina, porque las empresas no saben visibilizar ni a sus valores ni al espectáculo, porque el toreo (casi) ha dejado de existir en la sociedad en la que se desenvuelve y porque la mayor parte de los toreros se meten en su mundo sin querer relacionarse con el resto como si lo único que importara es lo que pasa en el ruedo. Y claro que importa, pero no solo. El contacto con el mundo les daría vida. O lo remedian o el toreo se quedará solo. Y todos ya van tarde.