Rafael de Paula, de La Glorieta al Aula Unamuno de la Universidad
No tuvo suerte el llorado Rafael de Paula, fallecido el domingo en Jerez, en las cinco corridas de toros que toreó en la Feria: ocho broncas y dos ovaciones, las dos en su última tarde en esta plaza que se quedó con ganas de verle triunfar. Sin embargo, se convirtió en el primer torero que pisó el Aula Unamuno y cautivó en una conferencia que aún se recuerda 38 años después
Se murió Rafael de Paula y con él se fue un torero irrepetible e irremplazable. Entre sus penas Paula se fue también con la de La Glorieta: «No fue una de mis plazas y eso que siempre me gustó. No se cuantas veces toreé pero no cuajé nunca un toro a mi manera», así lo manifestó el genio en una entrevista en este periódico en 2007. No fue el torero gitano, fallecido este pasado domingo, 2 de noviembre en su domicilio de Jerez de la Frontera, un torero de estadísticas que jamás encajarían en el alma de un artista de puro sentimiento. Torero de vocación tardía, tomó la alternativa con 20 años y la confirmó con 34; discípulo de Juan Belmonte, que le protegió como a ninguno. Con las muñecas rotas para torear como nadie y las rodillas quebradas para sufrir como ninguno. Esta fue su gran condena... Torear con esas limitaciones físicas era una prueba de valor que nunca le acompañó entre sus virtudes. Torero de cimas y simas, para inspirar a los poetas y encabronar a los públicos. Torero de instantes y no de multitudes. De pasión, mimo y temple, cuando lo veía claro y había opción, que no era siempre. El más maravilloso desorden absoluto, en su carrera y su vida.
Un torero inimitable que Salamanca apenas vio en los tres lustros que separaron la primera de sus tardes vestido de luces, el 21 de septiembre de 1976 hasta la última, el 17 de septiembre de 1989. Diez toros, en los ocho primeros se llevó ocho broncas y dos ovaciones en un adiós sin anunciar. Se estrenó en La Glorieta el día de San Mateo de 1976 en una corrida mixta (con Álvaro Domecq y Joao Moura) en la que vio como Dámaso González y Antonio José Galán cortaban una oreja a los toros de Juan Mari Pérez Tabernero que sirvieron para aplacar los ánimos tras las dos broncas al jerezano. Tardó en volver tres años: 13 de septiembre de 1979 y recibió el mismo sonoro balance, abrió el cartel de la primera de las dos tardes en la Feria de la despedida de El Viti, que cortó una oreja, y dos Paquirri a un Galache. A la tercera llegó tras un año sin estar en sus carteles, de nuevo con los toros criados en Linejo cerrando el cartel a Antoñete y Paco Camino. No serían las últimas broncas. Otras dos el 17 de septiembre de 1988 con los Jandilla que estoqueó con Ortega Cano (oreja) y Juan Mora. Rafael de Paula hizo su último paseíllo vestido de luces en La Glorieta en 1989, otra vez con Jandilla, y fue la única vez en la que se llevó el beneplácito de la afición, en una función en la que Curro Romero fue pitos y el deslumbrante novillero Julio Aparicio pasó sin alegría.
Antes de aquellas dos últimas tardes y tras cuajar una faena mágica en las Ventas en la feria de otoño de 1987 vino Rafael de Paula a Salamanca el 18 de diciembre de 1981 invitado por el Tendido Universitario que le convirtió en el primer torero que disertó en el Aula Unamuno —llena hasta las bandera— para hablar de «los sentimientos de un artista». Se hizo esperar dos horas y media, llegó con una poblada barba e impecable traje de pata de gallo. Se tomó un whiski y leyó con dificultad un artículo que escribió en un momento de inspiración. Rápido metió a todos en su faena y embelesó con su pasión de artista, con su argumento del toreo y su filosofía de la vida durante más de una hora. Dijo entonces que los toros, sobre todo los buenos, lloraban cuando un torero monta la espada; que cuando te acercas con la muleta en su mirada se presienten sus intenciones; que el toreo es sentimiento y a veces inspiración. Puso en lo más alto a Juan Belmonte, a Rafael El Gallo, a Cagancho, a Curro Puya... y su amistad con el poeta José Bergamín. Paula vino para una noche y se quedó tres días en Salamanca en las vísperas de aquella Navidad en la que ofreció el mejor regalo para los aficionados del arte de torear. Fue su mejor faena en esta tierra y de ella se habla hoy, casi cuarenta años después, cuando ya viajó camino de la eternidad y forma parte de las leyendas del toreo.
Con los alumnos de la Escuela taurina del curso de 1987
Tras su paso por el aula Unamuno de la Universidad, Rafael de Paula posó con una nutrida representación de los entonces alumnos de la Escuela Taurina de Salamanca que acudieron a verle. De izquierda a derecha aparecen Pacuelo, Juan José Mesa, Pepe Luis Gallego, Héctor Andrés, Jesús Benito, Castuera, Rafael de Paula, Julián Hernández, Miguel Ángel Morin 'El Calé', Domingo Siro, Julián Guerra y Nacho Matilla.
Dos paseíllos en el festival de las Hermanitas
Además de sus actuaciones vestido de luces en La Glorieta, Rafael de Paula completó su paso por esta plaza con varias actuaciones en el festival de las Hermanitas de los Pobres: el 12 de junio de 1985 con novillos de Matías Bernardos Rafael de Paula actuó con El Viti, Juan José, Roberto Domínguez y Yiyo, además de los entonces novilleros David Luguillano y José Luis Ramos. En esta actuación de 1985 Paula firmó sus mejores pasajes en esta plaza. Once años después, el 12 de junio de 1996, volvió a comparecer en esta cita benéfica con reses de El Pilar en la que Rafael de Paula actuó junto a Curro Vázquez, Julio Norte, David Luguillano, Pedrito de Portugal, Javier Clemares y Julián Guerra.