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Picadores y banderilleros manifestándose ante Trabajo.
Pedir trabajo, ¿a quién?

Pedir trabajo, ¿a quién?

Artículo de opinión de Javier Lorenzo en el suplemento ‘Toros’ de LA GACETA

Domingo, 13 de septiembre 2020, 12:31

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Podemos seguir encerrados en nuestras penas. Siendo prisioneros de nuestros miedos. Podemos estar de por vida amarrados a nuestros complejos. Y seguir todo el tiempo que queramos sin mover un dedo para salvar el toreo. Podemos seguir callados. O podemos seguir dando voces y rumiando nuestros argumentos en petit comité, mientras nos adelantan por la derecha. Podemos seguir haciendo lo que queramos sin hacer nada. Que es el modus operandi desde tiempos inmemoriales. Al toreo solo lo ha mantenido su verdad y la tremenda fuerza del espectáculo. Ha caminado solo, por su inercia. Nadie cayó en el detalle de que tal vez un día necesitara ayuda. Y ese día ya está aquí. Y ese día no ha hecho más que demostrar que todos sus protagonistas, todos, absolutamente todos, no están a la altura de su grandeza. Todos hablan pero nadie hace. Todos braman pero nadie mueve un dedo. Todos gritan en silencio, con miedo a que no se entere el de al lado. Y, mientras, el espectáculo, se va muriendo, no por el virus, ni la pandemia, ni los brotes, ni por los aforos, ni por el metro y medio de distancia. Si no por nuestra inoperancia.

Morante de la Puebla, con mil y un defectos, como podemos tener todos (y me pongo el primero) ha manifestado en la sabrosa entrevista de Mundotoro, una verdad suprema: "Cuando mi banderillero Lili me comentó que iba a manifestarse delante del Ministerio de Trabajo, además de pensar que donde deberían ir era frente al de Cultura, le dije: donde tenéis que ir es a Las Ventas y pedir trabajo allí". A Las Ventas y a las grandes plazas que, en su momento, pudiendo organizar toros miraron a otro lado. Hubo un momento, ahora mismo uno ya sabe si ha pasado, si está o pasará, que se podían dar toros con aforos restringidos y todas las medidas de seguridad, como están haciendo en otros eventos. Y no se hizo. Antes de toda la vorágine de las suspensiones que se están llevan a cabo de manera miserable y que están alimentando a los antitaurinos, el toreo prefirió mirar para otro lado. E incluso dinamitar y apuntar al que se atrevía a dar toros. Taurinos contra taurinos. Una guerra interna en contra del toreo. Nos disparamos al pie. Y la guerra ha explotado. El toreo queda con sus vergüenzas al aire. Decimos y no hacemos y seguimos a la espera de que venga el ministro de turno, el político aprovechado a resolver el problema. Y no. El problema del toreo lo tienen que resolver los propios taurinos. Que deben de unirse, trabajar, pensar en el futuro, aprovechar la grandeza de un espectáculo único, buscar soluciones y la estructura para garantizar su continuidad. Deben elaborar la hoja de ruta y las tareas cruciales y, luego, con el problema resuelto, ir a buscar el apoyo externo. No llevarle el problema, sino la solución. ¿Qué salió de aquellas reuniones de corbata y foto que no llevaron a ninguna parte? También lo ha dicho Morante: "No fui porque en mi cara no ríe nadie. Dije que si de verdad se aprobaban ayudas para las cuadrillas, sería el primero que iría en persona a darle las gracias. Pero no se ha hecho nada de nada". Y lo terrible es que no está en mente hacer nada. El periodo de pandemia ha caído en saco roto. Y lo malo es que estos cinco meses no hacen más que sumarse a muchos años ya más sin pensar en el futuro del toreo. ¡Sigan!

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