Borrar
El mayoral de La Glorieta Juan Enrique Franco no quita ojo durante el reconocimiento veterinario a 'Púgil', 5º toro del festejo de este viernes.
Marcaje al toro, de sol a sol

Marcaje al toro, de sol a sol

Juan Enrique Franco es el encargado de velar por los astados desde que llegan a la plaza hasta que finaliza su lidia. Él les da de comer, les limpia las camas, los aparta rumbo a chiqueros y los devuelve a corrales si asoma el pañuelo verde

Sábado, 21 de septiembre 2024, 12:06

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Opciones para compartir

Mbappé ha recuperado en la Liga de fútbol un tipo de marcaje que está reservado para las grandes estrellas: el marcaje «al hombre». Es decir, un jugador del equipo rival se encarga de estar pendiente en exclusiva de todos los movimientos del crack en cuestión, en este caso el galo, a lo largo y ancho de todo el partido. En la plaza de La Glorieta, si las estrellas son los toros, el encargado de hacerle ese marcaje especial es Juan Enrique Franco, mayoral del coso de la avenida de San Agustín.

Son las 8 de la mañana y la pequeña puerta metálica del patio de cuadrillas se abre con toda la discreción del mundo. Quedan 360 minutos para que se sorteen los toros de Garcigrande que dieron forma al festejo con más expectación de esta Feria. No es que sea una cuenta atrás, porque el objetivo primero es que todo esté bien y luego ya verá. Una a una, el mayoral del coso va revisando las corraletas. «Lo primero que hago es mirar cómo están, si han descansado, si han comido... sobre todo los toros que fueron desembarcados recientemente», desvela.

Desde la vuelta del covid (2021) tiene encomendada esta misión todos los septiembres, como en marzo la tiene en Olivenza y en junio en Badajoz. «Yo trabajo desde 2017 para el grupo que gestiona estas plazas de toros y estoy encantando de haber caído en esta plaza, porque al margen de la belleza que tiene el coso en sí y el ambiente que se genera, sobre todo de buenos aficionados, las facilidades que hay para trabajar y manejar los toros no las hay en muchas más plazas».

Este oficio lo aprendió de su padre —histórico conserje en la plaza de toros de Olivenza; él lo es de la de Badajoz—, y su padre de su abuelo. «Somos la tercera generación que nos dedicamos a esto. Mis recuerdos de la infancia están en la plaza de toros, en quedarme escuchando a los mayorales de madrugada historias de toros célebres». Garboso es el primero que se le viene a mente: hace 30 años exactos que fue indultado en Olivenza por parte de Ortega Cano. «Son de esas cosas que quedan guardadas para siempre», apunta.

Una vez las autoridades han reconocido la corrida, vuelve a entrar en acción: mueve los toros, los junta con los beyes y los empieza a apartar, uno a uno. «Mi función es encaminarlos hacia los toriles, donde el equipo encargado de ello los enchiquera». Completada esta tarea no se irá de la plaza, se quedará allí haciendo guardia —«Como los días que puedo...»— con el resto de los toros hasta que poco antes del festejo cambia el mono de trabajo por el traje corto, esperando no tener que salir al ruedo con los bueyes.

Cumplido el festejo, si se devuelve algún animal se encargará de llevar las labores de apuntillamiento ante la mirada del delegado de la autoridad. Y si no, repasara los corrales, repondrá el pienso. Y mañana será otro día. Estamos ya sin focos. Es noche cerrada. Quedan poco más de 10 horas para volver a la plaza.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios