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Plaza de toros de La Glorieta.
Los errores de siempre

Los errores de siempre

Artículo de opinión de Javier Lorenzo en el suplemento ‘Toros’ de LA GACETA

Sábado, 20 de junio 2020, 14:07

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En plena pandemia y con la esperanza de que la tauromaquia recupere la vieja normalidad en la medida que se pueda y el virus deje, aparecen varios carteles para agosto, que deberían ilusionar al aficionado al que se le reclamará la presencia con su paso por taquilla. Y lo que hacen es volver a un pasado que no invita al optimismo. Es como retroceder en el tiempo y como si todo siguiera igual. Cuatro carteles que copan toreros veteranísimos que bien se podrían haber cerrado hace diez, quince, ¡veinte! años. Y más de lo mismo, ni un guiño al futuro. Ni lo que está en la calle ni lo que aparecerá. Como si el toreo se siguiera alimentando única y exclusivamente con los toreros que llevan protagonizando ferias y festejos las dos últimas décadas. Nada ha cambiado. El toreo sigue cayendo en sus mismos errores y frenando la irrupción de valores, que no tienen sitio, ni opciones de aparecer y menos destacar para rejuvenecer el escalafón e insuflar ánimo a la afición, ávida de caras nuevas y estímulos, ansiosos de ver nombres que sean capaces agitar el escalafón. Removerlo y generar la verdadera competencia de quien tiene el cetro y quien lo quiere ocupar para incitar al público a que se siente en los tendidos. Y no hacerle ver una película que se conoce de memoria.

Parece, una vez más, que el toreo es incapaz de dar un giro. De reinventarse, enmendar sus errores y abrir una ventana al futuro que se presenta crucial para la continuidad. El toreo va a volver a la actividad por abajo, por la esencia de los pueblos; y ahí sin exigencia ni compromiso, ni siquiera el toreo es capaz de abrirse y hacer un guiño al futuro. Anunciar a los nuevos valores. Carteles con esa mezcla necesaria de la figura que atraiga público, el torero con buen ambiente y el joven revelación que ha triunfado (que los hay, pese a todo) o el torero local que necesita una oportunidad para forjarse y asomar la cabeza en el banquete en el que solo comen unos pocos. Una situación lamentable y egoísta que ya llevó al toreo a la situación crítica en la que se encontraba antes del virus. E incluso antes de que irrumpieran en el gobierno esa caricatura vomitiva que son Pedro y Pablo sobre los que descargamos las iras y los males del toreo, cuando el problema está dentro del hermético e inaccesible entramado taurino. Y la solución la tenemos nosotros. Luego ya iremos a por Sánchez y e Iglesias. E incluso a por el virus. El toreo en este tiempo ha sido incapaz de plantear sus males. Se pasará el virus y todo seguirá igual. Igual de mal.

Cuatro carteles han salido. Navas de San Juan, Santisteban del Puerto, Osuna y la intención de Béziers: Ponce (en los cuatro), Curro Díaz o Castella, con Ventura y Lea Vicens. Esa es la oferta. Ni aunque le pase una pandemia por encima el espectáculo, y quienes mueven sus hilos, es capaz de pensar en el futuro. Y así sigue condenando las ilusiones de los jóvenes que estén llamados a coger el testigo del futuro, que pasa por el cambio de la mentalidad de las figuras y empresas que ansían seguir comiéndose solos una tarta a la que le quieren poner fecha de caducidad, sin dejar saborear siquiera las migas a los que deberían de ilusionar e incluso coger el mando en no mucho tiempo. Ni les dejaban antes ni parece que les vayan a dejar cuando se logre tumbar al virus.

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