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Domingo, 23 de abril 2023
“La mentalidad de torero es la que me he hecho venirme arriba y recuperarme para afrontar un reto así. No estoy al 100%, pero ese porcentaje que por la limitación física me falta lo suplirán las ganas y la ilusión”. Son palabras de Manuel Diosleguarde, que en su propio rostro transmite felicidad. Doble felicidad: la de estar vivo y la de sentir el miedo de volver a torear. Las dos le dan oxígeno e impulso a su vida.
Hoy en Guijuelo volverá a enfundarse la taleguilla para volver a enfrentarse el toro, para volver a hacer el paseíllo y para volver a escuchar las ovaciones del público. Le sacarán a saludar al terminar el paseíllo. Tiene que ser así. Solo pide una cosa, que le exijan como a los demás: “No quiero dar pena ni lástima, lo que ha pasado es algo que le pasa a los toreros, nada más. Desde el día de la cornada nunca he pretendido dar pena ni despertar compasiones, al contrario. Quiero que sea una tarde bonita, que me arropen pero que a la vez me exijan”.
Desde marzo intensificó los entrenamientos volviendo a torear en el campo, reconoce que llevará una veintena de tentaderos y ha toreado un par de toros: “Las sensaciones están siendo buenas, ojalá que no cambie de aquí en adelante. Soy consciente de que la corrida de toros está cogiendo buen ambiente y todo eso hace que la motivación sea mayor a la que ya de por sí tiene para mí. El trabajo está hecho, ahora quiero saborear cada segundo”, confiesa el diestro convencido de sí mismo.
Reconoce que hace cuatro o cinco meses ni siquiera se le podía pasar por la cabeza pensar en una reaparición y en volver a vestirse de luces: “Vivía una situación muy complicada. Apenas podía con la muleta, pero gracias al trabajo, a la constancia, a todos los días entrenar y acudir a la rehabilitación, al gimnasio y a la mentalidad de querer volver a torear para cumplir mis sueños hacen que ahora esté fuerte y preparado para volver a los ruedos”, reconoce el propio diestro al que se le nota despejado de mente y feliz. Y ahora pone en valor los que entonces fueron los momentos más duros: “Pasaba el tiempo y veía que la pierna no evolucionaba en los primeros meses, todo iba muy lento. Quería ir más rápido que lo que iba la pierna, incluso hubo periodos en los que veía que iba para atrás... Aquello fue muy duro”.
Dice que lo que más le ayudó fue volver a verse anunciado: “Fue un impulso moral muy grande. En más de una ocasión el torero tiró del hombre”. Y ahora que está a punto de volver a descolgar el traje de luces tiene un deseo por encima de todos: “Quiero que la gente me vuelva a ver en el mismo sitio que lo dejé”. El futuro empieza a escribirlo de nuevo hoy en Guijuelo.
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