Secciones
Destacamos
Es tal el desconocimiento en el que se desenvuelve el toreo que hacemos un asunto de estado con el terremoto de ofendidos que quieren matar a un presidente por lo que debería de sacar los colores al más sensato y coherente de los aficionados. Vaya por delante mi reconocimiento y admiración por una soberbia corrida de toros como la que lidió Santiago Domecq en La Maestranza. Y dentro de esa excelencia, un toro extraordinario como Tabarro, el quinto.
A José Luque Teruel, que presidió aquel festejo, solo les faltó ponerlo en el paredón por no darle la vuelta al ruedo en el arrastre a un astado que tuvo un juego casi maravilloso si no hubiera sido por el borrón de su penúltimo aliento. Un toro extraordinario que ¡se rajó! de manera indisimulada en el final de faena. ¿Fue un toro malo? No. Resultó un toro imponente, pero se autocondenó rajándose en el momento más inoportuno. El toro mismo se encargó de despejar los interrogantes. No tengo duda de que dos tandas antes de su muerte, la gran mayoría incluso nos hubiéramos planteado el indulto, hasta que miró por primera vez a tablas. A partir de entonces hubiéramos rebajado el premio a la vuelta al ruedo; que el mismo toro se encargó de fulminar cuando plantó renuncio a la pelea de manera escandalosa volviendo ancas a la batalla con David de Miranda.
Un toro excelente que se rajó de manera escandalosa era suficiente argumento como para que Luque Teruel se guardara primero el pañuelo naranja y después el azul. Ese premio ya no venía a cuento como tampoco las críticas infundadas a su labor al frente del palco, ratificadas y reforzadas con sus explicaciones al día siguiente en la tele. Eso no empaña un ápice la magnífica corrida de toros, de las más completas, variadas e interesantes vistas en las últimas campañas en un escenario mayor. Lo que sorprende es el desconocimiento, el atrevimiento para clamar por este premio para un toro ¡rajado! Y para crucificar a un presidente que, en este caso, acertó y se mantuvo en su sitio con autoridad cuando el toreo navega sin rumbo y sin casi voces coherentes y sensatas para ordenar este gallinero que es el toreo.
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para registrados.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.