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“Me hacía ilusión que una plaza en pleno Campo Charro fuera inaugurada por los toreros de Salamanca”, comentaba minutos antes de la tienta inaugural Nicolás Fraile. Su ilusión la hizo realidad. Allí estaban los toreros de Salamanca. El pasado, presente y futuro. Hasta cuatro generaciones diferentes del toreo charro listos para torear juntos.
Y el primero que pisó el ruedo para parar a Madrileña, una vaca de capa negra, bizca de cuerna, de un excelente son y una clase superlativa, fue Andrés Sánchez. Torero en el retiro, protagonista de la actividad charra en los 90 que derrochó maestría, poso, asiento, gusto y empaque en una faena breve, medida, precisa y preciosa: “No podía ser otro torero que Andrés quien inaugurara la plaza. Era un deseo personal, ha estado toda la vida ligado a nuestra casa y para mí es como un hermano”, confesaba el ganadero.
Junto a Andrés Sánchez, que en junio cumplirá 51 primaveras y el 11 de septiembre tres décadas como matador de toros, actuó López Chaves, que este invierno anunció su retirada al final del curso en marcha para cuando el próximo septiembre cumpla un cuarto de siglo de su doctorado cerrar el esportón y una carrera honrada y muy respetada. Andrés Sánchez y López Chaves, hoy apoderado y poderdante, coincidieron en los carteles en los primeros años de este siglo.
Cuando Andrés Sánchez tomó la alternativa el día del centenario de La Glorieta, Alejandro Marcos (3 de abril de 1994) ni siquiera había nacido; y cuando el ledesmino se doctoró (15 de septiembre de 1998) tampoco había visto la luz aún Manuel Diosleguarde (6 de mayo de 1999). La comparaación de Marco Pérez, que aún no ha debutado con picadores, con cualquiera de ellos resulta un abismo.
Un tentadero con parte de los cuarenta últimos años del toreo en Salamanca. Y lo que está por venir. Mucho y bueno. Así lo explica el ganadero Nicolás Fraile para justificar la inversión en el lanzamiento y la puesta de largo de esta nueva plaza de tientas, necesaria una vez que dividió la ganadería de Valdefresno y también las fincas propiedad de la familia con su hermano José Enrique.
A Nicolás le correspondió Tellosancho, donde no había plaza de tientas: “Mucha gente ve pesimista el futuro de la Fiesta, yo no. Yo espero disfrutar de esto mucho tiempo. Hay que tener ilusión de que esto va a seguir...”. Además, el ganadero de Tellosancho va más allá: “Una de las motivaciones es ver la ilusión que tienen mis hijos en la ganadería. ¡No veas como lo viven! Sientes ese apoyo y es lo te anima y empuja a tirar adelante”. Se refiere a sus hijos, a Nicolás III de apenas 13 años y a Ángeles, de 11. Ellos son el relevo, que parece asegurado. “Esa es la clave. Si analizas la historia lo ves. En la década de los 60 Salamanca era el epicentro de las ganaderías bravas, las que se han ido perdiendo son en las que ha fallado el relevo generacional; las que siguen activas y funcionando son las que lo han tenido”, confiesa Nicolás Fraile. Sus hijos ya tienen el toro dentro de sus vidas.
Nicolás llevó al tentadero inaugural a muchos de sus compañeros de colegio que disfrutaron de una jornada inolvidable. Ellos y los hijos de muchos de los invitados llenaron el mismo ruedo por la tarde en una demostración de que la Fiesta está muy viva y de que al futuro de la tauromaquia hay que mirarlo con esperanza y sin complejos.
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