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Sereno mientras veía como Pablo Aguado daba la vuelta al ruedo tras cortar la oreja al sexto, el diestro peruano reflexionaba sobre su tarde en Salamanca: «Estoy muy contento de torear en Salamanca, es una de esas grandes plazas. Había que hacer un esfuerzo, lo hemos intentado y ha salido bien», explicaba mientras estiraba las piernas.
Con respecto al quinto animal con el hierro de Garcigrande, al que desorejó y que le sirvió para salir en volandas, Roca Rey manifestó que a pesar de las dificultades, el animal tenía virtudes: «El animal se quedó sin picar y quería tablas, pero es cierto que muchas veces se quería quedar y había que jugársela. Ha sido una faena complicada, transmitía mucho peligro por momentos pero era hicimos lo que pudimos, lo matamos bien y cortamos las dos orejas».
A pesar de este triunfo, Andrés Roca Rey reconocía que de haber atinado con la espada en el primero de su lote habría acabado con una o dos orejas más en el esportón:«El torero es imperfección y a veces se falla. Hoy no he acertado a matar a la primera al segundo de la tarde y eso me ha privado de más trofeos». El peruano no entraba a valorar si el presidente debería haberle concedido el trofeo de ese animal tras la fuerte petición de oreja: «Eso ya es pasado, no hay que echar la vista atrás», señalaba impasible instantes antes de prepararse para abandonar por la puerta grande la plaza de Salamanca.
Roca Rey no paró de fotografiarse con quien se lo pidió en el callejón y recibió numerosas palabras de enhorabuena por su actuación de agradecimiento por el esfuerzo realizado ante el quinto de la tarde.
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