Borrar
La escritora y periodista salmantina Lidia Herbada, autora de ‘Tiempo de tinta y ceniza’. L.G.
Un viaje al pasado con la escritora de raíces salmantinas Lidia Herbada

Un viaje al pasado con la escritora de raíces salmantinas Lidia Herbada

Su nueva obra, ‘Tiempo de tinta y ceniza’, está ambientada en el Madrid de los años 20 | La novela que publicó en 2014, ‘39 cafés y un desayuno’, triunfó en Alemania e Italia

Miércoles, 7 de septiembre 2022, 19:43

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Entre encinas, cabritillos, vacas, recogiendo huevos de gallinas, baños en un pilón y jugando a la petanca. De carácter sensible por la muerte precipitada de su padre -que falleció cuando ella apenas tenía 2 años-, amante del arte, de la literatura, de los viajes y de un mundo soñador en el que no cabía la palabra ‘aburrimiento’. Así recuerda su infancia la escritora y periodista madrileña, Lidia Herbada, quien tiene una fuerte vinculación con Salamanca y, en especial, con el municipio de Ciudad Rodrigo, donde veraneó hasta cumplir los 13 años junto a su familia, que era propietaria de la finca mirobriguense de ‘Marigallegas’, situada entre Ituero de Azaba y Espeja.

Sin dejar atrás la de veces que portó el botón charro y las sonrisas que le sacaba el hecho de montar a caballo con sus amigos de Valdelagua, el subirse a las encinas y el bañarse en las charcas o la de veces que se ponía a contemplar las estrellas del cielo salmantino, todo aquello, de alguna manera, le ayudó a labrar una imaginación incontestable, de la que ha podido sacar como fruto principal su pasión por la literatura y, en especial, por crear y contar sus propias historias, siendo algo que empezó a hacer con la cantidad de cintas, libros y vinilos que heredó de su progenitor y que le ayudaron a conocerle y quererle pese a no contar con su presencia física. Lidia, que compagina a la perfección su labor literaria con su trabajo en la subdirección de Selección en ADIF, empezó a escribir cuando apenas tenía 6 años.

El pistoletazo de salida en su ‘profesión’ lo dio escribiendo diarios y relatos cortos e incluso animándose con la poesía, ya que, según confiesa a LA GACETA, la escritura le permitía “sacar a la luz la explosión de emociones que necesitaba liberar” y “despertar emociones en el otro”. Y, a raíz de ese comienzo, se hizo con un Premio Internacional Grup Lobher de Relato Temático, siendo un reconocimiento que derivó en la escritura de su primera novela, que llegó después de pasar un tiempo por el paro. ‘39 cafés y un desayuno’, que fue así como la tituló, fue número 1 y 2 en países como Alemania e Italia y fue escrita con un objetivo: forjar relaciones alejadas de la toxicidad.

Ahora, la madrileña vuelve a salir al mercado de la literatura con ‘Tiempo de tinta y ceniza’, una novela en la que cuenta una historia de amor y en la que le hace un homenaje a la Generación del 27. “La palabra ‘tinta’ corresponde a los años locos 20, cuando Madrid bullía la generación de plata: cafés abiertos hasta altas horas de la madrugada, un hipódromo en pleno Paseo de la Castellana, una Gran Vía que cambiaba por años... Es literatura y arte en estado puro. Con la palabra ‘ceniza’, hago referencia a la crueldad de la guerra y a cómo todo se paró en seco hasta que el pueblo volvió a resurgir. Es un libro lleno de curiosidades, muy documentado y con el que la gente va a aprender mucho”, asegura Lidia Herbada al ser preguntada por una trama en la que destacan algunos personajes principales como Alberti, Lorca o Neruda, además de las mujeres que, por primera vez, rompieron las reglas establecidas, se quitaron el sombrero y recorrieron los primeros pasos en libertad por las verbenas y los distintos lugares de la capital.

En su libro, Lidia Herbada también refleja cómo los ciudadanos tuvieron que parar su vida por las injusticias que se estaban dando durante el conflicto bélico por el que se estaba pasando aquel entonces, por el desabastecimiento de alimentos y víveres, por el hacinamiento de personas y por el ruido de los estallidos de los obuses, entre otras muchas cosas que hicieron mella en la sociedad, llevando al lector hasta el Madrid estancado, en plena mitad del siglo.

“Recomiendo mi libro porque es una novela de ritmo trepidante. A medida que los lectores pasen las páginas, se irán enganchando. Todos tuvimos abuelos y bisabuelos que vivieron lo bueno y lo malo de aquellos años y poder pisar aquellas calles y adentrarnos en ellas no tiene precio”, responde la escritora madrileña al ser preguntada por el motivo por el que recomendaría su nueva entrega, para la que ha tenido como referentes a “los grandes”: escritores como Balzac, Carmen Martín Gaite o Ana María Matute.

Lidia Herbada es de esas escritoras que ‘no descansan’. El cine y la lectura copan sus horas libres. A través de ambos y de los viajes que suele hacerse con sus amigos y su familia, se impregna de cultura, sabores y olores que, para ella, resultan ser vitales a la hora de plasmar todo lo que quiere contar. Y así demuestra su pasión por lo que llena su tiempo y por lo que, en general, le llena a ella: convertir a la gente en protagonista, dar vida a historias nuevas, rescatar otras muchas y hacer felices a sus lectores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios