Un sorprendente paseo sobre las bóvedas de la catedral de Salamanca
La obra que modificó las cubiertas en 1974 y en la que se sustituyeron las antiguas estructuras de madera por otras de acero con pasarelas permite contemplar la cara oculta, el lado convexo, de los techos

Frente a la robustez que aparentan desde el suelo, las bóveda de crucería de la Catedral revelarán desde el próximo año al pasear sobre ellas la auténtica ligereza de unas estructuras que se sustentan en un juego de contrapesos. Para observar su trasdós, su cara oculta, su lado convexo, se aprovecharán las pasarelas habilitadas en la bajocubierta hace casi medio siglo, cuando se elevaron en torno a medio metro las cubiertas.

En 1974, bajo la dirección del arquitecto Fernando Pulín Moreno, se acometieron las obras de modificación de las cubiertas en la Catedral Nueva, según explica en un artículo el autor del plan director de la Catedral, Valentín Berriochoa. Se sustituyeron las antiguas estructuras de madera por otras nuevas de acero. En el nuevo espacio que sumará Ieronimus a su recorrido se pueden observar los restos de las antiguas vigas de madera que sostenían el tejado. Un recrecido de los muros mediante hormigón permitió así que la cubierta ganase altura.

La apertura de este espacio, junto al triforio alto, será la quinta ampliación de Ieronimus. Con su apertura en 2002 se permitió acceder hasta la Torre Mocha. En julio de 2003 se incorporó el triforio bajo de la Catedral Nueva, y en diciembre de 2004, la terraza de Anaya —sobre el pórtico de la Catedral Nueva—. No fue hasta 2006 cuando se abrió la pasarela hasta la Torre del Gallo. Y en 2013 se permitió subir ya hasta el punto más elevado, la Torre de las Campanas.