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La Gaceta
Viernes, 6 de septiembre 2024, 17:28
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Fue la película que cambió la carrera de uno de los directores más importantes de las últimas décadas. En 1988, el casi novato Tim Burton (que solo tenía en su haber, aparte de varios cortometrajes, la ópera prima La gran aventura de Pee-wee) se presentó al mundo con Bitelchús. Aquella atrevida comedia de terror sorprendió a la crítica, arrasó en taquilla (multiplicó por 8 su presupuesto), alzó un Oscar a mejor maquillaje y, sobre todo, sentó las bases del estilo de su autor.
Desde el tono gótico, el interés por lo onírico y por los personajes marginales hasta el humor macabro, los efectos artesanales, los decorados imaginativos, la ausencia de realismo, la búsqueda de teatralidad. Bitelchús sirvió de trampolín: pronto llegarían Batman, Ed Wood, Eduardo Manostijeras y otras obras maestras. Después de unos fulgurantes años 90, con el cambio de siglo la trayectoria de Burton se fue desinflando; desde Big Fish (2003) no ha vuelto a firmar ningún filme incontestable, y sí demasiados encargos para Disney (Dumbo, Alicia…). Sin embargo, a sus 66 años, el californiano recupera su esencia cuando menos se esperaba. Y lo hace con la secuela de aquel título fundamental: Bitelchús Bitelchús, que se estrena ya en Cines Van Dyck y Van Dyck Tormes.
La trama nos sitúa varias décadas después de la original. Refresquemos la memoria: aquella trataba de dos fantasmas que durante un siglo no podrían moverse de su casa. Pero ésta tenía nuevos inquilinos (vivos), así que para espantarlos contrataban a un bio-exorcista del inframundo, el icónico Michael Keaton. La hija del matrimonio de recién llegados era Winona Ryder, por entonces una adolescente gótica (y la única que podía ver a los espíritus). Ahora, dirige un programa de televisión sobre ocultismo, y tiene una relación complicada con su hija, Jenna Ortega (la heroína de las nuevas Scream). Por motivos demasiado largos de explicar aquí, la familia tendrá que regresar a aquella casa encantada, con todas sus criaturas del Más Allá…
Del reparto original ya no están Alec Baldwin y Geena Davis, pero sí vuelve la siempre gloriosa Catherine O'Hara (Solo en casa), y por supuesto el personaje fundamental, un Keaton desatado, tan sucio, pícaro y chapucero como lleno de carisma. En el equipo artístico, repite Danny Elfman en la banda sonora, así como los guionistas de la serie Miércoles (en la que Burton conoció a Ortega). La prensa se ha llevado una grata sorpresa con esta secuela, de la que destaca su inventiva, su tono satírico, su sentido del ritmo y de la diversión, su sabor clásico y artesanal: prótesis, títeres, stop motion, animatrónicos, maquillajes grotescos. En las entrevistas, el propio Burton ha reconocido que Bitelchús le ha devuelto las ganas de rodar cine.
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