“Tenemos ingresadas personas que todavía niegan la existencia del virus”
La enfermera salmantina María Cristina González narra cómo están viviendo la segunda ola en el Complejo Asistencial

El virus es real, está aquí y tiene una alta morbimortalidad. Lo que quiere decir que no solo ocasiona un incremento de la mortalidad, sino que, además, en los supervivientes, estamos viendo unas secuelas crónicas, a largo plazo, incluso en personas jóvenes”, afirma María Cristina González, enfermera salmantina y jefa de la Unidad de Enfermería Causa.
¿Cómo ha sido su experiencia personal en estos meses?
Desde que comienzas a estudiar el grado sabes que es una profesión vocacional. Esto no quiere decir que estemos preparadas para todo. De hecho, una situación como la que hemos vivido, que nunca antes había acontecido, ha ocasionado que tengamos que sacar lo mejor de nosotros mismos. Ha sido muy duro, tanto física como psicológicamente. Nos hemos tenido que enfrentar a un tipo de enfermería que nunca antes habíamos practicado, más parecida a una enfermería bélica. Trabajar con los Equipos de Protección Individual es agotador, pero lo peor de todo, sin duda, es la parte psicológica. Ver a nuestros pacientes sufrir, no poder dedicarles todo el tiempo que necesitan...Las autoridades deberían de tomar medidas más estrictas en cuanto a las sanciones en los ciudadanos que no cumplen las normas establecidas.
Nadie está exento de poder infectarse, ¿cómo hacer llegar este mensaje a los negacionistas?
Era de esperar que salieran personas negacionistas, que no creen en el virus y que se toman la libertad de no escuchar las recomendaciones sanitarias. El problema es que no cumplen las medidas sanitarias legalmente establecidas y, por lo tanto, tienen mayor riesgo de infectarse y de propagar el virus. Estas personas que niegan la existencia del virus se infectan, están ingresando y las estamos tratando.
¿La sobreinformación ha sido un reto, o les ha perjudicado a la hora de ejercer su trabajo?
Ha habido mucha información, demasiada en mi opinión, ya que vivimos en la era 2.0 en la que las redes sociales mueven mucha información a un gran número de personas y en ocasiones, esto puede ser un punto a favor, si la información y el mensaje que se envía es el correcto; pero otras veces llegan noticias falsas.
¿Los aplausos fueron combustible y apoyo durante los primeros meses?
Era una situación nueva para todos. Sentíamos miedo, mucha presión, dudas de hacerlo bien, incertidumbre por si nos habíamos contagiado, padecíamos insomnio, sufríamos también porque nuestras familias lo pasaban muy mal ya que han sentido también mucho miedo por nuestra salud... Recibir apoyo siempre hace que uno se sienta mejor. Una vez que la situación parecía estar más controlada, la población ha empezado a preocuparse por otros temas y a realizar reclamaciones.
¿Debería visualizarse más los fallecidos y el sufrimiento de los infectadas para tomar conciencia?
Esta es una discusión polémica, muchos compañeros opinan que sí, que el impacto sería mucho mayor, ya que algo visual, que impresione, se queda grabado en la retina y hace que mucha gente tome más conciencia de la situación. Pero se nos olvida una cosa, ¿dónde queda la ética profesional? El respeto por esas familias, por esas personas que tanto han padecido, ¿dónde está la línea que determina el límite entre esto sí y esto no? Es muy difícil. Y más el seguir un criterio único y saber hasta dónde debemos y queremos mostrar. Personalmente no creo que mostrar esas imágenes haga que las personas negacionistas cambien de opinión.
Nos hemos tenido que enfrentar a una enfermería que nunca antes habíamos practicado, más parecida a una enfermería bélica
¿Se ven como héroes?
No somos héroes. Nunca lo hemos sido. Agradecemos todos los dibujos de los niños, así como las cartas de apoyo que nos han llegado al hospital tanto para nosotros como para nuestros pacientes. Tuvimos una paciente que se leía todas y cada una de las cartas que nos llegaban. Al final no hay héroes ni villanos, somos un colectivo profesional que lleva implícitas la empatía, la profesionalidad, la generosidad, el compañerismo...
¿Qué opinan de las futuras vacunas, puesto que serán las enfermeras las que las pongan?
Este año es especialmente importante la vacunación de la gripe, tanto para poder diferenciar si se da el caso, entre infección por virus de la gripe o infección por SARS-CoV-2, como por evitar una posible coinfección de gripe y COVID-19, que complicaría bastante la salud de la persona. Cuando tengamos a nuestra disposición la vacuna del SARS-CoV-2 veremos las indicaciones, pero desde luego que, si se recomienda a ciertos colectivos o incluso a la población general, debemos ponernos la vacuna. Quizá sea la única forma de frenar el virus.
¿Les han hecho algún tipo de encuesta sobre su salud a partir de la COVID o nadie les ha preguntado cómo se encuentran?
Desde Gerencia Regional nos han pasado varias encuestas para saber el estado físico y emocional del personal. También se nos han ofertado cursos de gestión emocional, así como de capacitación, etc. Además, en nuestro propio hospital, se creó desde el inicio de la pandemia, un programa de atención psicológica y salud mental dirigido a los profesionales del CAUSA, llamado PASMICOR, que ha sido de gran ayuda. Desde la dirección del hospital han estado pendientes en todo momento del estado de sus profesionales.