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Laura y Álvaro, con Hugo, nacido el día que comenzó del estado de alarma.

Salmantinos nacidos en “cuarentena”

Hugo nació horas antes estado de alarma y, pese a que sus tíos son casi sus vecinos, lo conocen solo por videollamada. Luna vino al mundo ya con confinamiento

Domingo, 29 de marzo 2020, 23:10

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Aunque la actualidad marcada por el coronavirus mantiene la atención en las cifras de fallecidos y enfermos, en estos días de confinamiento el trabajo en los paritorios continúa. Desde que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, decretó el estado de alarma, en Salamanca han nacido más de medio centenar de niños, que, en la mayoría de los casos, han conocido a sus abuelos y tíos por videoconferencia, que pasaron sus primeros días confinados en una habitación del Hospital y cuyos lloros sus padres no pueden sosegar con un paseo por la calle.

Laura García ni siquiera había planificado que Hugo naciera en Salamanca. Aunque aún faltaba una semana para el parto programado, se decantó por adelantar el nacimiento con una cesárea como le ofrecieron los médicos y Hugo nació unas doce horas antes de que se declarase el estado de alarma. Ella trabajaba en Madrid y su marido en Salamanca, pero unas semanas antes de tener a su hijo le surgió la posibilidad de trasladarse a un puesto en la capital del Tormes. Aún así, continuó con el seguimiento del embarazo y de la diabetes gestacional surgida durante éste en un hospital madrileño, donde pensaba dar a luz.

El 9 de marzo ya comenzaron a extremarse las medidas preventivas en el centro sanitario y poco después se empezó a hablar del cierre de colegios y guarderías. Ante la expectativa de más restricciones, optó finalmente por dar a luz en la ciudad del Tormes y estar más cerca de su marido y su familia. Aunque hoy la situación de emergencia es muy similar en todo el país, en aquel momento ella y Álvaro decidieron que “Madrid no era seguro y menos viviendo en Salamanca”. Como mutualista, el Complejo Hospitalario estaba descartado, así que Hugo nacería en la Santísima Trinidad, con cuyo equipo sanitario Laura se siente muy agradecida. “Siempre había pensado que, si pudiera, prefería dar a luz en el Clínico, y según se iba desarrollando la emergencia sanitaria quería todo lo contrario. Quería ir a un sitio donde pudiera estar lo más aislada posible”.

Ingresó a las ocho de la mañana del 14 de marzo, y en menos de dos horas, Hugo había llegado al mundo. En apenas un día y pese a la cesárea, Laura abandonó el hospital. “Mi idea era salir de allí rápido aunque todavía estaba físicamente mal. Si hubiera querido me hubiese quedado”, señala ahora desde su domicilio de Doñinos donde vive recluida con su marido y su hijo. “Es una situación muy extraña”, comenta insistiendo en que su familia es muy grande y están muy unidos y le gustaría que conociesen a Hugo. Sin embargo, reconoce que es una situación excepcional. “Mi hermano vive como a cinco o seis chalés del nuestro, y solo conoce al niño por videollamada”. Incluso el asesoramiento de lactancia que ha requerido ha sido también a través del móvil.

A Almudena Ovejero llegaron las contracciones el 21 de marzo. Los días previos le habían surgido muchas dudas sobre cómo iría su segundo parto (tiene otra hija) con el estado de alarma. “Entramos al Clínico por urgencias y el ambiente era ya muy caótico, pero una vez que subimos a la planta de paritorios era como si allí no estuviera pasando nada”, recuerda. “La situación es tan extraordinaria que en el Hospital se ha cuidado mucho que las parturientas estén en un ambiente tranquilo con sanitarios muy amables y dando muchas esperanzas pese a la situación que se está viviendo fuera”, añade. Eso sí, todos con mascarilla y guantes, y un solo acompañante, siempre el mismo y con una tarjeta que le acredita como tal. “En la cuarta planta extremaron mucho la precaución y estuvimos confinados en la habitación”, comenta insistiendo en que a nadie se le permitía pasear por los pasillos. “Al final hemos tenido el postparto deseado, sin visitas”, bromea.

Una vez que llegaron los resultados de la prueba del talón, a las 48 horas, Almudena pudo marcharse a casa con Luna, quien como la mayoría de los niños nacidos en los últimos días conoce a sus abuelos a través de la imagen del móvil o del ordenador. Allí, está confinada con su marido Diego y su otra hija, África. Es por ella por la que más sufre. De hecho, ya le ha dejado usar los patines en casa.

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