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Juan Luis Delgado, presidente de ASAJA Salamanca, no concibe una Navidad sin tener al lado a aquello que cada año envuelve estas fiestas de magia: su familia. Con sus hijos, de 16 y 18 años, ha vivido siempre unas Navidades especiales en su hogar, rodeado de felicidad, decoraciones navideñas y momentos muy emotivos durante la esperada noche de Reyes.
Sin embargo, todavía guarda en el corazón la nostalgia de las que fueron para él sus primeras Navidades, en casa de sus padres, con regalos «más austeros» que ellos compraban con mucho esfuerzo y que provocaban en él una felicidad inexplicable. «La noche de Reyes era mágica, los regalos eran más austeros que ahora, porque era lo que la economía permitía, pero la ilusión que nos hacía era impresionante. Yo creo que era un sentimiento que no pueden entender los chicos de ahora, que van sobrados de todo y tienen Papá Noel y otras fechas en las que reciben juguetes», explica. Junto a ello, recuerda de esos tiempos lo poco común que era comer marisco, un manjar que degustaba eventualmente en casa de sus padres solo en Navidad: «Me llamaba la atención y me gustaba mucho».
Aunque no se considera un 'cocinillas', si que ha 'coqueteado' con los fogones. Algunas Navidades se ha animado a preparar algún asado: «La cocina me gusta, pero mi actividad de ganadero y las labores administrativas no me permiten tener todo el tiempo que me gustaría. No obstante, he asado en ocasiones cordero, chuletones o tostón. En Navidad en mi casa nunca falta la carne, consumimos más carnes que pescado», asegura.
La vida de Delgado ha ido evolucionando y, con ello, su forma de vivir la Navidad. Actualmente, su familia tiene sus propias tradiciones: «En Nochebuena y Navidad nos repartimos entre la casa de mis padres y mis suegros. La Nochevieja la pasamos en el chalet de Vitigudino y solemos aprovechar la bodega para cenar e invitar a algún amigo o hermano. Esa noche tenemos la tradición de degustar las uvas, como en muchas familias. En Reyes tenemos la costumbre de ir a Madrid con mis cuñados y aprovechamos para ver la iluminación de la ciudad», afirma. Recuerda también aquellos momentos que vivió cuando sus hijos eran pequeños, la Navidad para él tenía otro significado: «Eran fechas mucho más emotivas, la decoración, montar el belén, el árbol de Navidad, las luces, pensar cómo poner los Reyes a tus hijos debajo del árbol o decorar los regalos. Son unos momentos muy diferentes a los de ahora», explica. No obstante, el recuerdo de esas Navidades perduran en la memoria colectiva de la familia. «Seguimos siendo muy familiares y recordamos las fiestas navideñas de hace años con fotos de cuando mis hijos eran pequeños. Recuerdo que decorábamos toda la casa y poníamos luces y cañones de luces en los árboles de fuera. Ahora decoramos bastante menos, porque mis hijos ya viven fuera y no tenemos tanto tiempo».
En vísperas de las fiestas navideñas, el presidente de ASAJA lamenta no haber podido decorar su casa todavía. «Es una pena, pero no hemos podido hacerlo todavía, yo no he tenido tiempo. La evolución de la Navidad cambia mucho a lo largo de la vida y en cada etapa lo vives de una manera», asegura. Junto a ello, Delgado piensa que la Navidad se ha convertido en puro consumismo y se ha desvirtuado su verdadero significado. «Yo me considero una persona creyente y opino que la Navidad se ha transformado en consumismo obligado. Se va perdiendo esta tradición y su contenido emotivo y religioso. Nos incitan a salir y gastar, comprar regalos o vestirnos de una forma determinada. También influye que en los últimos años prevalecen más las relaciones personales con terceros en Navidad más que con la familia».
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