La procesión de los 100 kilómetros

El mundo de la Semana Santa de Salamanca esperaba ansioso el pregón de Julio López Revuelta. El entonces concejal compartió durante veinte años los momentos de ilusión y los estrenos, pero también los de tristeza, junto a los hermanos mayores, en la decisión más dura: la suspensión de las procesiones. Eso motivó que las 18 cofradías de la ciudad estuvieran ampliamente representadas, al sentir al pregonero como uno de los suyos.

Cariño de una Semana Santa que se volcó desde el primer momento con el pregonero, al que se sumó el abrazo de una familia de la que reconoció que aprendió a querer. Unos padres orgullosos —Mari Luz Revuelta y Julio López—, así como su mujer, María García, nerviosa antes del inicio, y su hija, Teresa, de quien el pregonero desveló que sería cofrade de Jesús Despojado.

Desde Valladolid no acudió solo el presentador del pregonero, el presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco. También lo hicieron salmantinos con responsabilidades en el Gobierno autonómico, como Susana Hernández, directora de Gabinete de la Junta, o Emilio Arroita, director de Administración Local.

El pregonero reconocía en las páginas de LA GACETA que mantenía una «sana pugna» en la Junta sobre las celebraciones de la Semana Santa en los distintos territorios de la Comunidad. El consejero de Economía y portavoz, Carlos Fernández Carriedo, pudo comprobarlo, al igual que el de Cultura, Gonzalo Santonja. A ninguno le importó recorrer los cien kilómetros que separan Valladolid de Salamanca para escuchar a Julio López. Incluso la concejala de Turismo del Ayuntamiento de Valladolid, Blanca Jiménez Cuadrillero, no quiso perdérselo. Tomó buena nota.

Las butacas del Teatro Liceo contaron con representación de toda la sociedad. No faltaron el obispo, José Luis Retana; el presidente de la Cámara, Benjamín Crespo; el fiscal jefe, Juan José Pereña; el presidente del Consejo Económico y Social, Enrique Cabero; así como los máximos representantes del Ejército y de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, entre otros. El alcalde, Carlos García Carbayo, acompañó a Julio López antes de que comenzara el acto y, quién sabe, si dándole un último consejo antes de subir al atril.

Solo un asiento quedó vacío, aunque estuvo muy presente en esta noche: el de 'Loren'. Reveló su mejor foto desde el palco más alto.