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La biofísica española Eva Nogales, en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca. LAYA
ENTREVISTA

«Que me postulen al Nobel es importante porque me da la oportunidad de tener voz y de que se me escuche»

La biofísica Eva Nogales, ganadora del conocido como 'Nobel asiático', es una firme candidata a lograr también el prestigioso galardón sueco

Carlos Rincón

Salamanca

Lunes, 30 de junio 2025, 06:30

Referente mundial en microscopía electrónica para visualizar componentes celulares a nivel atómico, la biofísica Eva Nogales (Colmenar Viejo, 1965) es catedrática de Bioquímica, Biofísica y Biología Estructural en el Departamento de Biología Molecular y Celular de la Universidad de California en Berkeley. Fue reconocida hace dos años con el Premio Shaw en Ciencias de la Vida y Medicina, el denominado 'Nobel asiático'. Su trabajo y sus hallazgos la sitúan como posible candidata al prestigioso galardón sueco. Este domingo, participó en un simposio en el Aula Unamuno de la Universidad de Salamanca, y durante toda la semana impartirá clases en la institución académica dentro del Curso sobre Biofísica Avanzada y Biología Estructural, junto a otros expertos como el Nobel Richard Henderson.

¿Qué es la biofísica?

—En el aparcamiento de un supermercado llevaba una camiseta que ponía Berkeley Biophysics. Un señor me preguntó lo mismo y le di una respuesta rápida. Le dije: es el estudio de los componentes biológicos utilizando técnicas complejas desarrolladas por físicos. Son técnicas cuantitativas que emplean instrumentos muy sofisticados y, a menudo, mucha computación para realizar descripciones muy detalladas de componentes biológicos.

¿Qué es la tubulina y por qué ha conseguido que la postulen como candidata española al Nobel?

—Bueno, eso de la candidata española al Nobel... La tubulina es un componente esencial para todas las células de nuestro cuerpo. Me gusta llamarla el «Lego» de la célula porque se autoensambla formando unas estructuras tubulares que, al ser pequeñitas, llamamos microtúbulos.

¿Y por qué es tan importante?

—Lo es porque los microtúbulos se utilizan para organizar el contenido celular. Sin ellos, la célula sería informe y no funcional, ya que no tendría los componentes en el lugar ni en el momento adecuado. Sería caótica. Pero lo más importante es que son dianas de terapias anticancerígenas, ya que son esenciales en las células que se están dividiendo. Cuando una célula se divide, primero duplica su genoma, y luego los cromosomas —cuyas dos copias están pegadas entre sí— deben alinearse en el centro de la célula. Después, las copias deben separarse e ir a lados opuestos para que, al dividirse, cada célula hija reciba sus 23 cromosomas. Esa labor de alinear los cromosomas, separarlos y repartir una copia a cada lado es precisamente lo que hacen los microtúbulos.

¿Qué son las células egoístas?

—En el nivel de los componentes celulares y del genoma, el hecho de que algo persista en la naturaleza a través de la evolución se debe simplemente a su instinto de propagación. Hablamos de células egoístas al referirnos a las células cancerígenas porque han perdido su identidad dentro del cuerpo: ya no cumplen su función como parte del organismo, sino que simplemente proliferan, utilizando los recursos de su entorno y acabando con el organismo en el proceso.

¿Qué tamaño tienen las partículas con las que trabaja?

—Tienen estructuras del orden de nanómetros, que, para entenderlo, son mil millones de veces más pequeñas que una mano.

¿Y cómo se manipulan?

—En este simposio de Salamanca hay gente que se dedica a manipularlas, pero mi trabajo consiste en visualizarlas: definir su forma, cómo se mueven y cómo interactúan entre sí. Una forma muy directa, muy instintiva, de entender el mundo que nos rodea es observarlo, ver su forma. Siempre hay una relación entre forma y función. Si ves esa copa, ya intuyes que puede contener líquido, que tiene una parte para agarrarla y otra por donde beber. Esa intuición de que si ves algo puedes empezar a deducir cómo funciona es exactamente el principio de la biología estructural, que es la modalidad de biofísica que yo practico.

¿Hasta qué punto su trabajo puede contribuir a una cura contra el cáncer?

—Los microtúbulos son esenciales para la división celular, y ya existen terapias que actúan sobre ellos. La más conocida es el Taxol, un fármaco que se une a la tubulina y estabiliza los microtúbulos, impidiendo que se desensamblen. Así, la célula no puede dividirse y, al quedar bloqueada, acaba suicidándose. ¿Cuáles son las células que más se dividen en nuestro cuerpo y de las que queremos librarnos? Las tumorales. Mi trabajo permitió, por ejemplo, ver cómo actúa el Taxol. Ese tipo de conocimiento a nivel atómico es lo que permite a las farmacéuticas entender cómo funcionan los fármacos y cómo pueden mejorarlos para hacerlos más específicos y eficaces.

Pero el Taxol no solo frena el crecimiento de células cancerígenas…

—Cierto. También provoca caída del cabello, problemas digestivos y otros efectos adversos. Por eso, buscamos conocer más detalles de la tubulina y otros componentes celulares, con el objetivo de transformar los fármacos ya existentes. Queremos encontrar puntos débiles en las células tumorales: identificar componentes que no sean indispensables para las células sanas, pero sí esenciales para las cancerígenas.

¿Sabe que es un referente para las jóvenes que quieren ser científicas?

—Me encanta poder servir de inspiración y que muchas personas puedan identificarse conmigo, porque no vengo de una familia académica ni con tradición científica. Sin embargo, llevada por la curiosidad, siendo un poco valiente y con dedicación, he podido dedicarme a lo que realmente me apasiona.

¿Quiénes fueron sus referentes?

—Mis profesoras de Instituto: las de Matemáticas, Física y Biología. Las tres eran mujeres, en una época en la que muy pocas estudiaban Ciencias o Matemáticas. Eran profesionales apasionadas por su trabajo, muy dedicadas, y eso inspiraba.

¿Cómo llega una científica a convertirse en candidata al Nobel?

—Una vez que recibes determinados premios de alto nivel, empiezas a estar en el radar del Nobel. Entiendo que el Nobel tiene mucho glamour, pero hay muchos científicos que hacen trabajos punteros sin recibirlo. El Nobel es importante desde el punto de vista mediático, porque te da voz. Yo solo puedo seguir haciendo lo que he hecho siempre: dedicarme a la ciencia sin obsesionarme por ganar o no el Nobel, que al final no deja de ser la guinda del pastel.

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