No es una plaga: es el vuelo nupcial de las hormigas
Durante unos días, aceras, muros y parques de la ciudad de Salamanca se llenan de diminutas alas: un fenómeno tan llamativo como inofensivo que se repite cada otoño
La cantidad de hormigas voladoras que se observan estos días en la ciudad se ha convertido en tema de conversación en ascensores y terrazas. La curiosa estampa de insectos revoloteando por aceras, fachadas y parques ha despertado el temor de que se trate de una plaga, aunque no tiene nada que ver con ello. Se trata de un proceso natural del ciclo biológico de la especie Messor barbarus, más habitual estos días en Salamanca desde que comenzaron las lluvias otoñales.
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Así lo explica Guillermo Hernández, de la empresa salmantina Aquilanaturaleza, quien aclara que, aunque esta es la especie más visible en las zonas urbanas, «en el campo hay otras que también desarrollan alas». La aparición masiva de estos insectos forma parte de un proceso cíclico que se repite cada año al final del verano o comienzos del otoño.
Para entenderlo, conviene saber cómo se organiza un hormiguero. Al igual que en las abejas, la reina es la única que pone huevos, mientras que las obreras son asexuales. Esta jerarquía se mantiene durante todas las fases de la colonia, salvo en la última generación, cuando se desarrollan machos y hembras aladas. Permanecen en el interior del hormiguero hasta que llegan las primeras lluvias otoñales: es la señal para salir al exterior y aparearse en pleno vuelo. Tras la cópula, el macho muere y la hembra busca refugio en la tierra húmeda para fundar un nuevo hormiguero.
«Pasa el invierno bajo tierra y, cuando llega la primavera, ya tiene obreras y lanza su nueva familia», detalla Hernández. La reina muere al final de ese verano, aunque el hormiguero sobrevive incluso el invierno. «A veces es una de sus hijas la que hereda su papel; es un proceso muy curioso», añade el experto.
El reconocido meteorólogo Jorge Rey observa a las hormigas como un indicador del tiempo. «Las hormigas aladas empiezan a verse entre 24 y 48 horas antes de que empiece a llover o lleguen tormentas», explica, insistiendo en que no se trata de una plaga. Otros comportamientos de estos insectos también anticipan los cambios meteorológicos: cuando presienten lluvias intensas, comienzan a acumular tierra formando pequeños montículos en la entrada del hormiguero.
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«Se resguardan así de las precipitaciones», apunta Rey. La relación entre el tiempo y el comportamiento animal es estrecha: algunas especies son capaces de anticipar cambios semanas o incluso meses antes de que ocurran. Rey recuerda que en octubre del año pasado se detectó un comportamiento extraño en los peces de La Albufera (Valencia).
«Los pescadores observaron que saltaban sin motivo aparente, sin perturbaciones en el agua», relata el meteorólogo, que ya había documentado casos similares en Arabia y otros puntos del mundo poco antes de intensas tormentas. Así que, la próxima vez que vea una hormiga alada sobre la acera, no piense en insecticida: piense en paraguas. Ellas saben antes que nosotros cuándo va a llover.
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