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La Puerta de Ramos de la Catedral y los innumerables animales incorporados durante la restauración de los años 90 ha sido fruto de la actuación de los vándalos o de «despistes de niños», como ha calificado el deán de la Catedral, Antonio Matilla, ante la más que posible suposición por la pérdida de una pata del dragón comiendo un helado situado en la zona baja de los relieves. «Lo más seguro es que haya sido un despiste de un niño que haya metido el dedo entre las hojas y se haya llevado la pata del dragón», ha reconocido.
Antonio Matilla confirmó que se pondrá en contacto con Miguel Romero, autor de la intervención, para la reposición de este elemento aunque ha recordado que todavía no se ha fijado una fecha.
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La Puerta de Ramos de la Catedral cuenta con decenas de daños fruto de la acción del turismo incívico. Los daños en la parte inferior de la Puerta de Ramos en los relieves va a más. Si es cierto que la amputación del astronauta en 2010 centró todas las miradas en la restauración realizada por el cantero Miguel Romero en 1992, el resto de imágenes con daños han quedado eclipsadas por el homenaje que el salmantino quiso hacer a Pedro Duque. Aquella acción incívica fue corregida por el mismo autor, pero otras muchas siguen sufriendo los efectos del manoseo de los turistas que provocan desprendimientos de las hojas de acanto o la última pérdida de la pezuña del diablo comiéndose un helado, otra de las singulares piezas incorporadas en la intervención.
No es la única. Las acciones han cambiado completamente la fisonomía de las imágenes. La más evidente es la liebre situada junto en la parte inferior de la Puerta de Ramos de la Catedral Nueva. Entre los turistas ha corrido la peligrosa tradición de tocar la piedra hasta haberla convertido en un elemento que está completamente negro. Entre otras pérdidas se encuentran los cuernos del toro o el lince ibérico que, según denunció Romero, sufrió «hasta botellazos» que hicieron que perdiera la nariz.
Junto a las imágenes más representativas dañadas -toro, liebre, lince ibérico, cangrejos o escarabajo-, el ornamento decorativo de hojas de acanto, sobre todo el de la zona más inferior, también se encuentra muy afectada. Aunque han ido retirándose incluso en algunos momentos la fachada sufrió el efecto de las firmas de rotuladores con alcohol, una acción que no solo daña el monumento, sino que a la hora de aplicarlas se debe aplicar el producto adecuado para tratar de no dañar la piedra de Villamayor. Teniendo en cuenta el poco tiempo que las imágenes llevan instaladas -30 años- es poco probable que la acción meteorológica haya repercutido sobre el efecto de estas pérdidas.
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