«Es el momento de ver una obra sobre cómo alguien llega al poder y lo utiliza de forma deshumanizada»
Este jueves, el autor y director de escena Zurro transformará Fonseca en una tragedia shakesperiana de la mano de 'Macbeth'
Vega Herrero
Salamanca
Miércoles, 16 de julio 2025, 07:55
El dramaturgo trae su última adaptación, 'Macbeth', a 'Las Noches del Fonseca'.
La obra se estrenó el 5 de junio en Sevilla. ¿El resultado fue como usted había imaginado?
— Lo hicimos en un espacio complejo que no era un teatro al uso; era una artillería, con lo cual tenía sus problemáticas acústicas. Pero le iba bien al espectáculo, porque nada mejora Macbeth más que un espacio donde se construían cañones. Tenía su punto de ironía y la radicalidad del personaje.
Este jueves se estrena en el Patio del Colegio Arzobispo Fonseca, que tampoco es un teatro al uso. ¿Qué expectativas tiene sobre la representación?
— Hemos llevado varias obras clásicas ahí, o sea que conocemos bien el espacio. Es muy hermoso y bello, te integras con él. Tiene muy buena acústica y se está muy cerca del espectador. Creo que es un espacio ideal para ver Macbeth por la noche, sí, sí.
Vive en Sevilla, pero es de Salamanca. ¿Qué significa para usted traer su adaptación a la ciudad que le vio nacer?
— Siempre me gusta aparecer por Salamanca, porque claro, uno nació allí aunque se fuera de muy joven. Mis recuerdos durante la infancia e inicio de juventud son importantes, pues ahí se forja un poco la personalidad y los recuerdos. Volver a Salamanca para mí es muy estimulante y me llena de emoción.
¿Qué le cautivó de Macbeth para decidir adaptarla?
— La Compañía de Teatro Clásico de Sevilla siempre tiene algunas obras en cartera, y ahí teníamos desde hace tiempo Macbeth. De pronto el mundo empezó a cambiar muy rápidamente, con personajes autócratas, dictadores y guerras sin sentido. Todo eso nos llevó a plantear que quizá es el momento de ver una obra sobre cómo alguien llega al poder y lo utiliza de forma salvaje y deshumanizada.
¿Cuánto tiempo ha llevado en total tanto la adaptación como la preparación con el equipo técnico?
— Normalmente hacer una versión me lleva en torno a un año. No todos los días trabajando, pero sí buscando y rebuscando materiales, analizando y viendo posibilidades. Luego, la producción física suele comenzar unos cuatro meses antes del estreno, cuando ya se habla con escenógrafos, iluminadores y diseñadores de vestuario a partir del material. De esos cuatro meses, dos se dedican a los ensayos físicos con los actores.
Shakespeare es el representante máximo del barroco inglés. ¿Cómo abordó el lenguaje en su adaptación? ¿Lo ha amoldado a los oídos actuales?
— Hay que intentar que el espectador sienta que está ante una obra clásica y mantener ese lenguaje en cierto modo barroco, pero al mismo tiempo hacer un lenguaje legible para el público de hoy. No podemos quedarnos en un barroquismo que haga que el espectador no entienda lo que se le dice. Lo fundamental del teatro es que llegue al público, no solo a tres estudiosos o conocedores de Shakespeare. Nosotros hacemos teatro para el público y nuestro referente fundamental es el público. Entonces, el Macbeth de hoy no es igual que el de finales del siglo XVII; el mundo y el lenguaje han cambiado, y lo importante es que le llegue al espectador.
A pesar de que ya no sean el mismo mundo ni el mismo lenguaje, ¿considera importante la presencia de los clásicos en los escenarios actuales?
— Siempre, y creo que se deberían representar más. Los clásicos son clásicos porque sus palabras siguen atravesando el tiempo. Nosotros nos seguimos estremeciendo ante Medea, ante cualquier personaje griego o del Siglo de Oro español, porque esas palabras escritas hace siglos nos llegan con una facilidad tremenda. Nos dejan perplejos, porque parece que aquello que se escribió hace cientos de años lo está escribiendo alguien a nuestro lado en este momento.
Shakespeare es un nombre repetido en su trayectoria. Ha adaptado 'Romeo y Julieta', 'Hamlet' y 'La violación de Lucrecia'. ¿En qué se distingue Shakespeare frente a otros autores?
— Tiene una primera cualidad: sus tramas, complejas y muy atractivas. Por eso se llevan mucho al cine y se vuelven a versionar una y otra vez. También porque se pueden modificar fácilmente en el tiempo, alterarlas, traerlas a la época actual y versionarlas. Lo permite todo. Y tiene otra cosa: Shakespeare entra en el alma humana como ningún otro autor de teatro. Entra, la analiza, le da vueltas, duda, vuelve atrás en los personajes, quienes reflexionan sobre sí mismos y sobre los demás. Eso es maravilloso para vernos como seres humanos. Por eso muchas veces se dice que Shakespeare inventó al ser humano a partir de sus textos.
Macbeth se mueve por terrenos como la ambición desmedida, la corrupción política y el despotismo, temas que se trasladan y encajan en cualquier momento histórico. ¿Qué cree que tiene que decirnos Shakespeare a los espectadores de hoy?
— Muchísimas cosas. En todos los personajes de Macbeth hay dos elementos latentes: la confusión y el miedo. Y esas dos cosas están muy presentes hoy. No digamos ya en países en guerra, donde se toman decisiones locas como expulsar emigrantes. Incluso en nuestro propio país hay una especie de confusión motivada por, entre paréntesis, miedo. Son personajes desamparados y solos, lo cual los hace muy contemporáneos. También hay un caos vital cercano a nuestra época, como si Dios hubiera desaparecido. Creo que hay muchos puntos donde cada uno se reconoce a sí mismo, en sus personajes o gobernantes.
Para transmitir todas las emociones que acaba de nombrar, ¿qué papel juega la puesta en escena en esta tragedia clásica?
— He trabajado mucho con el espacio escénico, que siempre es fundamental, junto a los escenógrafos Curt Allen Wilmer y Leticia Gañán. Para reflejar ese desamparo, el espacio está prácticamente vacío. Los personajes siempre entran por unas puertas giratorias desde un mismo fondo, para transmitir la sensación de no saber dónde caeremos. El espacio nos ha ayudado mucho a contar esta historia.
Junto al uso del espacio dramático, ¿hay alguna otra propuesta destacable para conectar con el público?
— El público se va a encontrar con dos grandes televisiones a ambos lados del escenario, donde se mostrarán imágenes no relacionadas directamente con la acción, pero sí situadas en los siglos XX y XXI. Esto ayudará a que el espectador se cuestione cosas sobre la obra medieval que está viendo y su relación con el mundo contemporáneo.
¿Qué le diría a alguien que no conoce Macbeth para que vaya al teatro a verla?
— Primero, que como todas las obras de Shakespeare, tiene una estructura y trama interesantísima y maravillosa, con una serie de sucesos encadenados. Y luego, lo que dicen los personajes: cosas hermosas, terribles y tan humanas que pueden provocar un auténtico horror.