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De izq. a der.: Carmen Moreno con su madre Inés Macarro; Soledad, de 88 años, con su hija Marisol; Antonio, feliz minutos antes de vacunarse, con su hija Ana. GUZÓN
Los testimonios de dependientes que se han vacunado en Salamanca: “Todos llegan con ganas e ilusionados”

Los testimonios de dependientes que se han vacunado en Salamanca: “Todos llegan con ganas e ilusionados”

En sillas de ruedas, con muletas y acompañados por familiares, los grandes dependientes de la capital comenzaron a ser vacunados esta semana en el centro de día para mayores del paseo de la Estación

Domingo, 28 de febrero 2021, 19:16

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Por la puerta delantera adaptada del centro de día de la Junta ubicado en el paseo de la Estación iban pasando ayer los primeros grandes dependientes de la capital para ser vacunados. Iban en sillas de ruedas, con muletas y acompañados de sus familiares. También eran vacunados con la primera dosis de Pfizer sus convivientes cuidadores si tenían más de 80 años. Fueron avisados el pasado viernes de la cita. “Vienen con muchas ganas e ilusionados”, confirmaban las enfermeras, que les hacían pasar a los dos puestos de vacunación en otra sala, con supervisión de una médico. Los pacientes con alergias esperaban más tiempo en sillas habilitadas, y el resto ocupaba una sala contigua durante 15 minutos antes de salir a respirar algo más de libertad.

“Podremos besarnos y abrazarnos tranquilas”

Inés Macarro tiene 92 años y camina con dificultad con ayuda de una muleta. Ella y su familia han cumplido “a rajatabla” las normas y recomendaciones de las autoridades sanitarias durante esta pandemia. Incluso Inés, pasó sola las Navidades. “Han sido meses muy duros”, confiesa su hija Carmen Moreno, que ayer acompañó a Inés a vacunarse de la primera dosis de Pfizer en el centro de día del paseo de la Estación. “Venía con miedo por cómo le podía sentar la vacuna”, admite la hija. Pese a la media hora de espera de pie en la cola del centro de día, algo incómodo para una mujer con problemas de movilidad como Inés, la demora mereció la pena. “Estamos muy contentas. Ahora vamos a poder besarnos y darnos achuchones. Podremos estar más cerca, porque hasta ahora teníamos muchas precauciones”, explica Carmen.

“La pandemia ha deteriorado a mi madre. Es un día importantísimo”

Soledad González tiene 88 años. Los meses de pandemia han hecho mella en su calidad de vida y han acelerado su deterioro, como corrobora su hija Marisol, sanitaria del Hospital, que ayer la acompañaba en el proceso de vacunación de la primera dosis de Pfizer.

“Mi madre antes vivía en su casa y aunque no era autosuficiente del todo podía ir caminando al baño, pero con el confinamiento todo eso se perdió. Redujo su movilidad y quedó en una silla de ruedas. Por lo que tuvo que venirse a vivir a mi casa”, explica su hija, que sabe lo duro que es llegar de trabajar del Hospital y extremar las precauciones al máximo día tras día en casa con su madre. “Según entraba por la puerta toda la ropa iba a una caja y después una ducha general”, recuerda Marisol. “Los que más han perdido en esta pandemia han sido las personas mayores. Ha sido tremendo”, valora.

“Hoy, con la vacunación de la primera dosis, es un día importantísimo”, admite la hija de Soledad, que insiste en que serán prudentes y no bajarán la guardia. “Seguiremos tomando las mismas medidas y precauciones como hasta ahora hasta que la pandemia no se atenúe del todo”.

“Mi padre estuvo ingresado por COVID. Ansiaba vacunarse”

Antonio tiene 84 años y padece discapacidad. Ayer su hija Ana y su cuidadora le acompañaban en la cola del centro de día del paseo de la Estación para recibir la primera vacuna de Pfizer contra el coronavirus tras recibir el aviso el pasado viernes. “Tenía muchas ganas de vacunarse”, revela la hija, que cuenta que en su familia se contagió en la segunda ola. “Mis padres estuvieron ingresados en octubre. Mi padre 5 días y mi madre 14 días. A ella le tuvieron que hacer una transfusión de plasma. La cuidadora y yo también nos contagiamos, pero más leves. Tenemos miedo a las nuevas cepas, por eso, la vacunación de mi padre hoy es una tranquilidad”, explica Ana. La única queja que tiene es que a su madre, menor de 80 años y cuidadora no profesional de su padre, la han sacado de la lista de vacunación. “Los que viven con los grandes dependientes también deberían ser vacunados ahora, porque sólo lo están haciendo con los convivientes cuidadores mayores de 80 años, pero mi madre que es más joven que mi padre, se queda fuera”, critica Ana, que relata que la ilusión de sus padres, una vez estén inmunizados, es ver a sus nietos que viven fuera.

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