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Tres dermatólogas del Hospital de Salamanca han participado en una misión casi inédita: atender masivamente a toda la población de Benga, en Malawi, para eliminar una epidemia de sarna.
La jefa del servicio, Concepción Román, junto a Mónica Roncero y Esther Cardeñoso -por entonces en el Hospital de Zamora- se sumaron a una misión financiada por el Ministerio de Sanidad y que ha obtenido un resultado espectacular: “Cuando llegamos la incidencia de la sarna era del 20%. Una de cada cinco personas en Benga tenían sarna. Cuando volvimos la incidencia era del 2,8% y sobrediagnosticando. Es decir, contando a aquellas personas con las que hubiera la más mínima duda. Es algo inédito porque se ha dado atención masiva a 30.000 personas”, destaca la responsable de Dermatología del Hospital, Concepción Román.
La misión forma parte de un proyecto de mejora de la salud dermatológica en el distrito de Benga. Una dermatóloga de Móstoles -Cristina Galván- constata en Malawi que hay un tremendo aumento de la epidemia de sarna. Lo advierte a las autoridades y el Ministerio de Sanidad español aporta un dinero para financiar la misión, pero en lugar de enviarlo directamente a Malawi prefiere que lo gestionen los propios dermatólogos españoles.
Cuando comienza el reclutamiento de especialistas la dirección del Hospital de Salamanca da el visto bueno para que sus profesionales colaboren en una misión de cooperación internacional.
Las dermatólogas del Complejo Asistencial destacan que la gran particularidad de su trabajo en África es que “no se ha esperado a que el paciente acuda al médico, sino que se ha ido casa por casa y escuela por escuela para explorar a toda la población. Se trató a todos los casos positivos, así como a los negativos que habían estado en contacto con los contagiados”, relata Román.
La segunda característica que hace muy especial a esta misión es que los fármacos para combatir la sarna. “Se reflexionó que si pides una caja de píldoras para la sarna te puede costar unos 7 ó 9 euros, pero estamos hablando de 30.000 personas. Se decidió comprar las cápsulas vacías y fabricar el contenido allí. Tras obtener el permiso de las autoridades de Malawi se enseñó a la población a realizarlo”, relata Mónica Roncero.
El principio activo viajó desde España. Las cápsulas, desde Alemania y con un aparato para encapsular la propia población aprendió a fabricar un fármaco contra la sarna. De hecho “ahora hasta hay cápsulas de sobra porque la epidemia está totalmente controlada”.
En otros contextos habría sido necesario desinfectar ropas, hogares, sábanas... En el caso de Malawi sólo se aplicó el tratamiento a los afectados -cápsulas o crema-y fue suficiente.
El ‘equipo’ salmantino participó en dos de las tres fases que se han ejecutado para librar a Benga de la sarna. Fueron estancias de varias semanas en las que, afirman, no se sintieron inseguras. “Malawi está mal en muchas zonas, pero el entorno de Benga era seguro y nos hemos sentido bien”.
Regresan satisfechas al ver la gran mejoría experimentada por la población, aunque en alerta de que la epidemia no regrese. La sarna afecta, generalmente, del cuello hacia abajo y suele transmitirse mediante contacto directo, y a través de las relaciones sexuales.
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