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La producción y comercialización de patata de consumo de primera calidad, pero también cereales, maíz y oleaginosas, son el bloque principal de trabajo del colectivo de profesionales que se agrupa en la cooperativa Aranpino, que se constituyó en 1999, con 94 integrantes, como “Agrupación de Productores de Patata de Consumo”, pero que desde 2015 es una cooperativa de 1º grado, integrada por 51 socios. El ámbito geográfico de actuación se sitúa en el noreste salmantino, en la confluencia entre las provincias de Salamanca, Valladolid y Zamora, siendo la gran mayoría de los socios de los municipios de Arabayona y Cantalpino en la provincia de Salamanca.
Para dar cuenta del volumen de trabajo y producto que abordan basta apuntar que el último ejercicio se cerró con una cifra de negocio por encima de los 8 millones de euros y para el siguiente estiman que habrá una importante subida , “como consecuencia de los disparatados precios de los insumos, y los altos precios de cereal y patatas” según indicaron desde Aranpino.
Entre los proyectos de este año destaca su trabajo en digitalización y eficiencia energética. La digitalización, para la mejora de los procesos productivos, y la eficiencia energética, para contribuir a la sostenibilidad, y reducir los costes de producción. Además, de forma reciente han puesto en marcha una planta solar fotovoltaica de autoconsumo y entre sus próximos proyectos está el de adaptar y modernizar instalaciones y maquinaria, que les permitan ser más competitivos en el mercado de la patata, además de trabajar para afrontar el gran reto que tienen las cooperativas, y el campo en general, que es el relevo generacional.
Precisamente la falta de incorporación de los jóvenes a las explotaciones, se nota especialmente en el tema patatas. “De manera progresiva se van jubilando socios, cuyas explotaciones, en el mejor de los casos pasan a los hijos, pero en la gran mayoría se integran en otras, y en ambos casos, el denominador común es que no apuestan por las patatas. Un cultivo muy técnico, con muy altos costes de producción y grandes fluctuaciones de precios de venta”, aseveran desde Arapino, “condiciones meteorológicas, plagas y enfermedades, también provocan una considerable variación de producción, tanto en patatas (donde nos movemos en una horquilla de entre 20.000 y 30.000 toneladas de unas campañas a otras) como en el cereal (donde la horquilla está entre 4.000 y 8.000 toneladas)”.
Para el futuro una de las herramientas que proponen es mejorar la comercialización de un producto de mucha mayor calidad culinaria que el francés “que lo único que tiene es presencia visual”, señalan.
Uno de los caminos que proponen es la Interprofesional de la Patata con un trabajo que se realice en tres niveles, con agricultores, consumidores y distribuidores.
Contenido patrocinado por Aranpino
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