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San Vicente, en el Cerro. | ARCHIVO
San Nicolás y su instituto forense. | ALMEIDA
Convento de San Agustín. | CUESTA
Colegio de la Magdalena, en el “Bartolo”. | GUZÓN
Colegio de Cuenca. | CUESTA
Nuestra Señora de la Victoria, bajo Mirat. | ARCHIVO
Los túneles hallados bajo San Andrés. | ARCHIVO
El ábside que se conserva de San Francisco. | ARCHIVO
El antiguo Alcázar. | ALMEIDA
Las piedras de San Lorenzo. | ALMEIDA

La Salamanca desaparecida vuelve a la actualidad

El Consistorio proyecta una muestra permanente en San Vicente sobre el patrimonio perdido en la Guerra de la Independencia

Lunes, 28 de septiembre 2020, 20:41

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En poco más de tres años, Salamanca perdió, además de un millar de viviendas, una treintena de construcciones religiosas y civiles, algunas con siglos de historia, que hoy, casi sin ninguna duda, serían considerados monumentos. Fue hace más de dos siglos y hoy aún siguen apareciendo restos que permiten atisbar lo que fue el barrio de los Milagros antes de la llegada de las tropas francesas. Y es precisamente el lugar donde estas se asentaron durante la Guerra de la Independencia el que el Ayuntamiento ha elegido para instalar una exposición permanente que recuerde ese patrimonio histórico perdido, el urbanismo y la arquitectura de la “Salamanca desaparecida”. Se trata del edificio que se construyó a principios de este siglo para albergar el malogrado Museo de Historia de la Ciudad y en el que se integran los restos del convento de San Vicente.

Situado en el Cerro del mismo nombre, esta premiada construcción permaneció cerrada catorce años, desde su construcción en 2002 hasta 2016. Y en lo últimos cuatro tan solo ha albergado algunos materiales arqueológicos y paneles informativos sobre el poblado de la Edad de Hierro cuyos restos se encuentran a unos metros y sobre la Vía de la Plata. Para darle un mayor contenido y consolidar su uso cultural, en un momento en el que el teso en el que se encuentra se está convirtiendo en un gran parque, el Consistorio proyecta, en colaboración con la Universidad de Salamanca y otros expertos ajenos a la institución, convertirlo en un “museo” dedicado a los edificios que fueron destruidos entre 1809 y 1813, así como los que sufrieron las consecuencias de las posteriores desamortizaciones. Se transformará así en un centro de interpretación del desaparecido barrio de Los Milagros y permitirá contextualizar algunos recientes hallazgos arqueológicos en la zona, como los descubiertos bajo la nueva sede de Cursos Internacionales, en el “Bartolo”, o los que desde este otoño podrán contemplarse en los terrenos de las antiguas pistas del Botánico.

La exposición, en la que colaborará la Universidad, analizará también las consecuencias de las desamortizaciones

El propio Monasterio de San Vicente, los colegios de Cuenca, Trilingüe y del Rey, los conventos de San Agustín, San Francisco, La Merced Calzada, San Andrés, el monasterio jerónimo de la Victoria o las iglesias de San Lorenzo y San Nicolás, con su instituto anatómico-forense, son algunas de las construcciones destruidas en ese periodo y de las que aún quedan “huellas” en la ciudad. A ellas, y algunas más, estará dedicada esta exposición permanente. Con esta iniciativa, para la que se ha solicitado una pequeña ayuda al Ministerio de Fomento con cargo al 1,5% Cultural, se persigue también la apertura pública continuada del Cerro de San Vicente y no solo para visitas guiadas.

Una explosión para rematar tres años de expolio

La parte más conocida de la historia de expolio y destrucción que vivió Salamanca durante la Guerra de la Independencia es posiblemente la explosión que tuvo lugar a las siete y media de la mañana del 6 de julio de 1812 en el Cerro de San Vicente. Hasta restos de animales aparecieron en la cúpula de la Purísima, explican algunos guías basándose en escritos de la época por ser el detalle más impactante para los turistas. Ocurrió después de que, ya con las tropas francesas fuera de la ciudad, el duque de Wellington ordenase retirar los explosivos que el ejercito del país galo había dejado atrás. Destrozó numerosas construcciones situadas en el entorno del actual Campus de Ciencias y El Botánico. Sin embargo, el estallido de este polvorín fue tan solo el colofón a tres años en los que los franceses, que llegaron en 1809 a la capital, acabaron con numerosos edificios emblemáticos de la capital del Tormes.

Restos de edificios desaparecidos en la Guerra de la Independencia hallados en el Botánico. | CUESTA
Restos de edificios desaparecidos en la Guerra de la Independencia hallados en el Botánico. | CUESTA

Un año después de entrar a la ciudad, las tropas se asentaron en el Cerro de San Vicente, donde se encontraba entonces un convento benedictino que se convirtió en el primero de sus tres fuertes en la capital del Tormes. Para fortificar este teso desde el que podían controlar una amplía extensión de terreno, empezaron a liberar el entorno de construcciones que les restasen visibilidad y a tomar sus piedras como materiales para protegerse. El mismo proceso siguieron los asentamientos militares en los que se convirtieron los conventos de la Merced y San Cayetano, ubicados al otro lado del arroyo de los Milagros —Vaguada de la Palma—. Desde ese momento hasta 1812, Salamanca dijo adiós a los conventos de San Cayetano, Santa Ana, San Vicente, San Agustín, La Merced y San Francisco, así como a los históricos colegios mayores de Oviedo, Cuenca, Trilingüe, La Magdalena y del Rey, entre muchos otros edificios emblemáticos del momento y cientos de viviendas particulares. Pero, después, “lo que no tiene nombre, es el hecho de que los salmantinos continuaran la obra de destrucción en la paz, tal vez, con mayor saña que los franceses hicieron en la guerra”. Así explicaba a mediados del siglo XX el arquitecto Joaquín Vargas de Aguirre los tristes efectos de las desamortizaciones.

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