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Envases de Depakine, medicamento para la epilepsia, en una farmacia salmantina. ALMEIDA

La lucha de una familia salmantina contra los efectos del Depakine

“Nos dijeron que no había problema con el fármaco. De hecho, hasta nos subieron la medicación”, aseguran

Viernes, 6 de septiembre 2019, 21:04

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Decenas de mujeres con epilepsia decidieron en su día tener un hijo. Consultaron a sus médicos si existía algún problema con el medicamento que tomaban para controlar su enfermedad y les dijeron que “adelante”, pero sus hijos nacieron con severos problemas como autismo, malformaciones físicas y enfermedades mentales.

“Muchas de las familias ni siquiera se habían planteado que el problema de sus hijos tuviera alguna relación con el medicamento que tomó la madre durante el embarazo, pero ahora empiezan a aflorar. En España solo hay 108 afectados reconocidos, pero en Francia ya hay una asociación con 6.000 afectados y han creado un fondo de compensación porque se enfrentan a más de 14.000 reclamaciones”, explica Carmen Rosa Galán, presidenta de la Asociación de Afectados por el Depakine.

La farmacéutica que fabrica este medicamento para la epilepsia no niega que su toma sea contraproducente con el embarazo, pero sí rechaza que en algún momento lo hayan ocultado: “Sanofi ha mostrado transparencia y colaboración con las administraciones sanitarias para actualizar la información médica destinada a médicos y pacientes”, comunicaron.

En Salamanca solo existe un caso reconocido. “Seguramente son muchos más, pero ni ellos mismos lo saben y puede que lo asocien cuando vean estas noticias”, explican los afectados.

Miguel Ángel y su mujer -epiléptica- acudieron al neurólogo cuando decidieron ser padres. “Nos dijeron que no había problema con el fármaco. De hecho, hasta nos subieron la medicación para que no se descompensaran los niveles”.

El parto fue ‘normal’, pero a partir de los dos años empezaron a surgir los problemas: “El pediatra empezó a ver que no se desarrollaba normal porque tenía un cierto retraso en el habla. Nos derivó, pero no nos dijo nada”. Fue en una nueva visita al neurólogo cuando, por primera vez, surgió el nombre del medicamento. “Nos dijo que cómo se nos había ocurrido tener un hijo tomando el Depakine. Eso quiere decir que él ya sabía algo”, apunta Miguel Ángel, que ahora tiene el objetivo de que esa afirmación del neurólogo se traduzca en un diagnóstico oficial que les permita tomar medidas legales. “Hemos ido a psicólogos, logopedas, neurólogos, etc, pero tampoco se ponen de acuerdo”, lamenta.

Álvaro tiene ahora 15 años. “Va al instituto, aprueba sus asignaturas... pero tiene problemas de habla y, sobre todo, a la hora de relacionarse con otras personas. Si está tranquilo se puede expresar, pero cuando se pone nervioso no se le entiende”, detalla Miguel Ángel.

Un joven con sus condicionantes y en una edad tan delicada como la adolescencia es un víctima propicia de bullying, pero los padres de Álvaro aplauden la rápida reacción del instituto en el que estudia: “Es una edad mala y sí hubo intentos de bullying, pero en el instituto se han portado muy bien y lo han parado a tiempo”.

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