Los jóvenes de la Diócesis de Salamanca cruzan la Puerta Santa de San Pedro en una emotiva jornada jubilar

En una jornada marcada por la emoción, la fe y la comunión eclesial, los jóvenes de la Diócesis de Salamanca vivieron uno de los momentos más significativos de su peregrinación jubilar en Roma al cruzar la Puerta Santa de la basílica de San Pedro, acompañados por su obispo, Mons. José Luis Retana.

El grupo inició su recorrido desde la Piazza Pia, entre el Castel Sant’Angelo y la Via della Conciliazione, donde miles de jóvenes de todo el mundo se congregaron para comenzar el rito jubilar. Tras una oración comunitaria con salmos, letanías y la lectura de la carta a los Romanos, los peregrinos avanzaron en procesión, portando la Cruz del Jubileo, en un ambiente de recogimiento, cantos y oración.

Ya ante la Puerta Santa, el grupo rezó el Salmo 23 antes de cruzar el umbral sagrado, símbolo del paso hacia una experiencia renovada de fe. Dentro de la basílica, se detuvieron ante la tumba del apóstol Pedro para rezar el Credo y profesar su fe, en un gesto de profunda comunión con la Iglesia universal.

La experiencia dejó una huella imborrable en muchos jóvenes. Ángel Arias habló de una “emoción muy grande y mucha paz” al cruzar la puerta, especialmente después de haberse preparado con el sacramento del Perdón. Fabro Alonso la describió como un encuentro personal con Dios y un impulso para vivir la fe con autenticidad. Para Marina del Arco, fue tan impactante que necesitó tocar la puerta para convencerse de que era real: “Casi se me saltan las lágrimas, es una experiencia única”, confesó.

El obispo de Salamanca, Mons. Retana, que portó la Cruz del Jubileo en el último tramo del recorrido, acompañó a los jóvenes durante toda la jornada. “Estos días están siendo un momento de gracia para ellos”, afirmó. “No es un viaje más, sino una experiencia que les va a venir fenomenal”, añadió, agradeciendo también a todos los que han hecho posible la peregrinación.

La jornada concluyó con una oración en la iglesia del Gesù, coincidiendo con la festividad de San Ignacio de Loyola. Guiados por el sacerdote diocesano Nacho Gómez, los jóvenes reflexionaron en silencio a partir de textos bíblicos que les invitaron a acoger la gracia de Dios y a dejarse fortalecer por ella.