«Intento alejarme de las redes cada día más. Me parece horrible la energía que se respira en algunas»

Mikel Izal (Pamplona, 1982) trae este sábado a Salamanca su gira 'El miedo y el paraíso'. El Multiusos Sánchez Paraíso, espacio elegido para la actuación (22:00 horas), ya fue testigo hace solo dos años de su despedida por todo lo alto del grupo Izal. Ahora afronta una nueva etapa en solitario sin la red que le ha acompañado las últimas décadas con temas nuevos y compuestos en solitario. Lo hace sin miedo y ante una ciudad que nunca le ha fallado.

Del íntimo Teatro Juan del Enzina, a las grandes actuaciones en el Multiusos y el Patio Chico. Salamanca siempre ha respondido a la evolución de Mikel Izal. ¿Qué le transmite esta ciudad y qué recuerdos le trae?

—Siempre me ha tratado muy bien Salamanca. Recuerdo noches muy muy divertidas. Espero devolverle algo del cariño que me ha dado estos últimos años.

¿Por qué decide embarcarse en esta nueva aventura en solitario?

—Soy un inconformista crónico, al que le cuesta estar parado en el mismo sitio. Así que no tenía elección. Necesitaba sentir la nostalgia del final de una etapa y el vértigo de empezar una nueva.

¿Cómo fue el proceso de la ruptura? ¿Fue inmediato o reflexionado?

—Muy meditado y muy reflexionado. Algo así no puede ser impulsivo. Soy de valorar y pensar mucho las cosas. Pero, por mi forma de ser, no tenía otra opción.

¿Cómo es el proceso de composición sin todos los miembros de la banda que le han acompañado en esta andadura?

—El proceso de composición no ha cambiado. Es el aspecto que mantengo intacto de la etapa anterior. Siempre he compuesto en soledad. La necesito para poder abrirme en canal sin nadie observando.

En estos días, estamos viviendo la separación de Leyre de La Oreja de Van Gogh y las redes sociales se llenan de especulaciones. ¿Se pone en su piel cuando también le han puesto en su punto de mira?

—Si asomas la cabeza, tienes que prepararte porque te van a caer collejas. Eso lo he ido entendiendo con el paso del tiempo. Aunque me sigue pareciendo horrible la energía que se respira en algunos foros. Intento alejarme de ellas cada día mas.

En los conciertos, combina clásicos de Izal con nuevas composiciones. ¿Cómo se articula esa combinación dentro del escenario?

—He hecho un trabajo largo e intenso para hacer una nueva producción de los temas que escribí en la anterior etapa y acercarlos a mis inquietudes musicales actuales. Era un ejercicio de coherencia necesario.

¿Cómo se va a estructurar el concierto de este sábado en Salamanca?

—Prefiero que la gente lo descubra en el concierto. Hay cierta línea narrativa que prefiero no desvelar.

¿Da miedo que las nuevas letras no puedan superar hitos como 'La mujer de verde'?

—Es un milagro que varias canciones de un primer disco en solitario, como 'El Paraíso', 'El grito' o 'La fe', estén pudiendo soportar la responsabilidad de ser columna vertebral del nuevo directo. Tenían que «competir» con canciones que la gente lleva escuchando 14 años. Estoy muy agradecido por la forma en que recibieron este primer disco. Pero, igualmente, esas otras canciones antiguas también salieron de mi cabeza y corazón, de mis experiencias, también forman parte de mí... Al final, no hay competición alguna entre unas canciones y otras. Toco las canciones que he escrito a lo largo de mi vida y que siguen teniendo vigencia.

¿Mereció la pena dejar apartada la ingeniería por la música?

—Absolutamente, pero era una apuesta arriesgada. La ingeniería no era mi pasión y quería, al menos, intentar dedicarme a algo que me apasionara.

Durante el verano, no pudo levantarse de la silla por una lesión de rodilla. ¿Está recuperado?

—Ya puedo bailotear y ser yo mismo. Eso fue duro. Tuve que dar muchos conciertos sentado cuando más me apetecía levantarme.

Junto al apartado compositor, también ha sido capaz de hacer himnos como el del Centenario del Alavés. ¿Qué supone hacer una canción con algo tan sensible?

—Un reto tremendo. Eso sí que fue miedo y paraíso. Escribir una canción sobre algo sagrado para la gente de tu ciudad, cada uno con sus gustos musicales, e intentar que les emocionara a todos… Uno de los retos mas bonitos y difíciles de mi vida.