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Javier Riesco Mateo, repartidor de combustible ALMEIDA
Hablan los trabajadores del sector energético: “Aunque vas solo, el miedo no te lo quita nadie”

Hablan los trabajadores del sector energético: “Aunque vas solo, el miedo no te lo quita nadie”

Javier Riesco Mateo reparte todos los días carbón y biomasa a comunidades de vecinos y centros oficiales

Lunes, 27 de abril 2020, 11:18

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Reconoce estar viviendo la pandemia y el estado de alarma asociado con “incertidumbre, preocupación y un poco de miedo”. Y es que a pesar del confinamiento, Javier Riesco Mateo, trabajador de 60 años, no ha dejado de trabajar. “Somos un servicio básico y tenemos que seguir prestándolo”, confiesa este repartidor de carbón y biomasa.

Cada mañana, equipado con sus guantes y mascarilla, Javier Riesco Mateo se sube en solitario a su vehículo —“ahora solo vamos una persona por camión”, aclara— y realiza los repartos de combustible, ya sea carbón o biomasa, establecidos para cada jornada.

Cada día hacemos dos o tres comunidades; algunos días más, porque la temporada de calefacción no se ha terminado y con estos días de frío y todos confinados en casa se consume más”, confiesa este repartidor de carbón y biomasa. “Para los repartos de carbón vamos dos personas: uno descarga y el otro mete el carbón a la comunidad. Eso sí, en todo momento guardando las distancias de seguridad”, subraya.

Y es que a pesar de tomar todas las precauciones posibles y cumplir con la vestimenta adecuada, Javier Riesco no oculta pasarlo mal cada día que se echa a la calle. “Aunque vas solo y no te topas con otros, ese miedo no te lo quita nadie. Los que salimos a la calle a trabajar no sabes lo que va a ocurrir; es cierto que, guardando la distancia, hay pocas posibilidades de contagio, pero eso no quiere decir que no te pueda llegar”, anota.

A pesar de los riesgos y de la incertidumbre que provoca esta situación, Javier Riesco reconoce que no hay mal que por bien no venga y que ahora es cuando mejor se trabaja. “En el sentido de que como no te topas con nadie, tardas menos en realizar los pedidos. Llego a la comunidad de vecinos, abro con mi llave y descargo. En ese intervalo no me encuentro con nadie”, subraya.

Al igual que el resto de la ciudadanía, este repartidor de combustible confía en que esta situación finalice lo antes posible y que en breve se pueda volver a la normalidad. “Esto resulta muy estresante, ya que, aunque tomas todas las precauciones del mundo, nadie te asegura que vuelvas a casa sin contagio. Eso da miedo”, concluye Javier Riesco Mateo.

Mónica Miyar teletrabaja desde casa debido al confinamiento.
Mónica Miyar teletrabaja desde casa debido al confinamiento.

“Lo que normalmente tardaba uno o dos meses en resolverse se ha solucionado en dos o tres días”

Como a la mayoría de los ciudadanos, el coronavirus y las medidas decretadas por el Gobierno para su erradicación le han cambiado la vida y también la forma de trabajar. Responsable, como jefa de zona, de un buen número de trabajadores, Mónica Miyar no oculta el miedo con el que viven esta situación. “Somos un servicio esencial, como es la generación y distribución de energía, y tenemos que garantizarlo”, señala Miyar, consciente de que esta garantía pasa no solo por resolver las incidencias de los clientes, sino también por proteger y respaldar a los trabajadores, lo que conlleva velar por su salud. “Eso siempre asusta un poco”, confiesa.

Y es que a pesar del confinamiento, Iberdrola no ha dejado de prestar servicio —“al contrario, ha reforzado su actividad”, apunta— y sigue atendiendo las incidencias y respondiendo a los avisos y a las situaciones extraordinarias. “Ahora más que nunca”, apostilla Mónica Miyar, quien reconoce haberse topado con casos bastante sensibles, como puede ser el corte de suministro a familias vulnerables durante el periodo de cuarentena. “Y lo que normalmente tardaba uno o dos meses en resolverse se ha solucionado en dos o tres días”, comenta.

“Me he dado cuenta de que en situaciones difíciles es cuando se saca el lado más humano y solidario de las personas”, subraya Miyar, consciente de que en estos momentos también es cuando más pendientes nos sentimos los unos de los otros. “Todos intentamos ayudar en la medida de nuestras posibilidades. Algunos de los trabajadores me dicen que soy como una madre”, señala la jefa de zona de i-DE.

Y es que a pesar de haberse interrumpido el trato directo con sus compañeros, Mónica Miyar reconoce que no hay día en el que no contacte con los responsables de las diferentes secciones ni semana en la que no converse con todos sus trabajadores. “Eso sí, ahora todo por teléfono o videoconferencia, porque, como la mayoría, yo también teletrabajo desde casa; solo el 30% del personal realiza labores de campo”, apostilla.

Con la esperanza de que la situación cambie y se recupere pronto la normalidad, esta trabajadora de Iberdrola está convencida de que esta historia ofrecerá a la sociedad “una lección de vida” y unas prácticas que se aplicarán en el futuro: “Nos ha vuelto a todos más humanos y nos ha permitido acercarnos más a las personas”, concluye.

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