Regreso entre cirios apagados para sentir el latido de Jesús Flagelado

Dos años encierran promesas, devociones, ilusiones robadas y sueños. Dos años sin ver a Jesús Flagelado en las calles se hacen demasiado largos, y Salamanca lo sabía. Tres cuartos de hora antes del inicio de la procesión, un fuerte chubasco volvió a traer los peores recuerdos. Los hermanos de carga que iban por primera vez bajo el paso de Carmona salían una y otra vez a la puerta de La Clerecía para comprobar si sobre la rampa seguían cayendo gotas de agua. Solo dos veces se ha quedado en casa en toda su historia, y nadie quería una tercera.

Fuera, la noche era gélida. El termómetro marcaba 8ºC, pero la sensación térmica era mucho menor debido a la intensidad del viento. Puntualmente, se abrieron las puertas de La Clerecía. La cruz de guía ya estaba en la calle. Los intentos de iluminar la cera se veían frustrados al momento. La sombra de Jesús Flagelado comenzaba a reflejarse en el dintel, mientras los acordes del Himno Nacional impactaban sobre el ‘Cristo Torero’, que hacía su mejor faena. La pericia de una cuadrilla experimentada hizo que la bajada del paso por la rampa no notara los litros de agua que habían caído durante toda la tarde.

Antes del giro, sonó su marcha 'Tu manto de oración', interpretada por la Agrupación Musical Virgen de la Vega, para encarar la curva y dirigirse hacia Libreros. No entraría en la calle más universitaria hasta que sonara 'Entregado a tu pueblo'. Este miércoles, fueron los salmantinos quienes volvieron a mostrar cariño a este desfile, deseosos de que el directo volviera a tapar una salida que permaneció dormida en el móvil durante los dos últimos años.

La Virgen de las Lágrimas tomó el relevo. Estrenaba adorno floral de astromelias rosas, que sustituían a los tradicionales claveles, junto a un centro de rosas del mismo color. La imagen mariana, en su primera salida tras la última restauración, se entregó en la calle con 'Caridad del Guadalquivir'. Su presencia en el cortejo sigue ganando fuerza. Y volvió la emoción. La carne de gallina, en la que el frío no tuvo nada que ver. Salamanca volvió a latir con Jesús Flagelado.