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El sentido homenaje a cuatro maestros de la historia, la cultura, la política y el arte de Salamanca

El CES recuerda a Alberto Estella, Manuel González, Mayoral y Jesús Sánchez Ruipérez

Jueves, 17 de noviembre 2022, 22:23

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El Centro de Estudios Salmantinos ha rendido homenaje a cuatro de sus miembros fallecidos en el curso 2021-2022, un homenaje “sencillo y sincero” a cargo de personas que les acompañaron en sus trayectorias vitales en el ámbito de la historia, de las ciencias sociales, de la abogacía y el periodismo, así como de la escultura. Se ha honrado la memoria y la obra del capuchino Manuel González García, que destacó, entre su amplia producción, por el libro “Salamanca, repoblación y ciudad en la baja Edad Media”, una trayectoria que glosó Francisco Javier Blázquez.

El editor y librero Jesús Sánchez Ruipérez ha sido recordado por José Antonio Sánchez Paso, que ha subrayado su pasión por los libros y por todo lo salmantino. Ha considerado: “Todos los profesionales tenemos que apuntar en nuestra trayectoria vital haber pasado por la librería Cervantes”, donde acudieron premios Nobel y Cervantes y hasta un usuario de Nueva York tenía cuenta abierta. José Antonio Bonilla fue el encargado de recordar la figura del abogado, político y colaborador de LA GACETA, Alberto Estella. “Se defendió en política, como colaborador periodístico nunca rehuyó la polémica ni la denuncia”, ha expresado Bonilla.

Le ha descrito como un hombre de firmes convicciones, que defendía sus opiniones “sin cataplasmas”. Tampoco ha obviado su sentido taurino de la vida. “Con ese arte aspiraba a la perfección” y ha definido su prosa como fluida y con estilo propio. “Allí donde esté, seguro que lo organizará de una manera original”, y ha intentado continuar con la voz quebrada por la emoción. “Seguro que lo vamos a echar de menos”. El artista Fernando Mayoral fue el último de los miembros del Centro de Estudios Salmantinos en fallecer en el último curso. “Un pedagogo del arte”, como le ha descrito el que durante años fue su compañero, Florencio Maíllo. Ha recordado el impacto de contemplar por primera vez su aula en el desaparecido Torres Villarroel: “Cuando abrió la puerta vi un templo a la creatividad infinita con obras de todo tipo que convertían la sala en un lugar mágico”. Pero sobre todo ha subrayado su capacidad artística y logística como escultor, un ámbito en el que se consagró desde que creó el paso de la Última Cena para la Vera Cruz de Zamora.

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