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Domingo, 27 de marzo 2022, 14:52
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A diez minutos a pie de la catedral de San Miguel y Santa Gúdula y trece de la Grand Place, entre el Banco Nacional de Bélgica y el Jardín Botánico, transcurre en Bruselas una amplia avenida entre modernos y altos edificios. El Boulevard Pacheco —o Pachecolaan, en neerlandés— es la única referencia española en el callejero de la capital europea. Pero la mayoría de los bruselenses ignoran que esta vía debe su nombre a un mirobrigense que desempeñó altas responsabilidades en la región de Flandes donde fue pionero en ingeniería militar.
Agustín Pacheco Enríquez (c. 1625-1685) entregó su vida al servicio del Rey de España desde las armas. Intervino en la mayor parte de las guerras en que se vió involucrada España en el siglo XVII: en la de Cataluña, en la de Portugal, en la del Rosellón, en la defensa de Galicia frente a los franceses, en la invasión española del norte de Francia y por supuesto dos veces en las de Flandes. Allí vivió las últimos años de su vida como superintendente de las fortificaciones, gobernador de Termonde (hoy Dendermonde) y sargento general de Batalla, grado solo inferior al de capitán general de los ejércitos españoles, la suprema autoridad militar en el territorio.
Sin embargo, el recuerdo que le profesa Bruselas no se debe a sus hazañas bélicas sino a su legado: la Fundación que, tras la muerte del salmantino, instituyó su viuda en favor de las viudas y huérfanos de los militares españoles. Hoy, ya en otra ubicación, el Institut Pacheco es un importante hospital geriátrico.
No hay registros parroquiales que lo confirmen, pero todos los indicios señalan que nuestro protagonista nació en torno a 1625 en Ciudad Rodrigo. Era hijo del regidor don Cristóbal Enríquez y de su tercera esposa, Ana de Melgar. Un hermano menor, Francisco, nació en 1628.
La familia Enríquez era oriunda de Portugal y descendiente de judíos conversos, lo que explicaría que escondieran su apellido. Llevaban tiempo afincados en Miróbriga, donde habían emparentado con la nobleza local a la que aportaron capital. Entre ellos, con los Pacheco, familia de linaje bien contrastado en Miróbriga y simbolizado en el palacio de don Rodrigo Pacheco, primer marqués de Cerralbo y casado con Ana Enríquez, que preside la Plaza Mayor. En su fachada destacan bajo veneras los escudos de armas de los Toledo y los Enríquez.
La vida de Agustín Pacheco ha sido estudiada por el doctor ingeniero de Caminos, Canales y Puertos Agustín Sanchez Rey, cuyo exhaustivo trabajo “Agustín Pacheco y Enríquez, superintendente de las fortificaciones de Flandes” fue publicado el pasado año por el Centro de Estudios Mirobrigenses. Confiesa Sánchez Rey que se topó con el personaje por casualidad. “Viajaba frecuentemente a Bruselas a reuniones como funcionario de Obras Públicas, y me llamó la atención aquel edificio y esa avenida con nombre español, así que me puse a investigar” . En los archivos del Centro Público de Acción Social (CPAS) de Bruselas pusieron en sus manos una antigua carpeta que, para su sorpresa, contenía numerosa documentación personal e inédita de Pacheco, incluyendo cartas manuscritas y dibujos . “Y parecía que nadie había tocado aquello en más de tres siglos”, recuerda Agustín Sánchez Rey. Jubilado tras una larga vida de servicio a la Administración, en la que llegó a ocupar varias Subdirecciones Generales, Sánchez Rey es también licenciado en Derecho y Ciencias de la Información y se confiesa “un historiador aficionado”.
La biografía de Sánchez Rey relata una dilatada e intensa vida militar de Agustín Pacheco, con más de 43 años en el Ejército. Según su hoja de servicios, conservada en el Archivo General de Simancas, el militar mirobrigense era “muy práctico e inteligente en el arte militar, que ha estudiado y practicado y todas matemáticas”, además de experto en fortificaciones. tenía facilidad para las lenguas, así como habilidad para el gobierno y la negociación. Fue herido en varias ocasiones de arcabuz, pistola, cañón y pica, tenía un nivel cultural superior a la media de la época y de ello era prueba su colección de clásicos latinos y su buena caligrafía
Tras servir como soldado desde 1645 y durante cuatro años en las guerras de Extremadura y Cataluña, pasó a Flandes bajo el mando del entonces gobernador, el Archiduque Leopoldo de Austria, con una carta de recomendación del rey Felipe IV. Destacó por su valor en la acción en apoyo a la revuelta de La Fronda y también tuvo un papel destacado en el levantamiento del cerco de Valenciennes, ya bajo el gobierno de Juan José de Austria, hijo bastardo del rey Felipe.
Pacheco fue destinado despues después a la Guerra del Segadors, rebelión popular que, apoyada por Francia, agitaba Cataluña desde 1640. Su hoja de servicios detalla su destacada participación en numerosas acciones militares de mérito, que le valieron sucesivos ascensos, y varias heridas en combate. Tras la Paz de los Pirineos (1659), en la que España perdió el Rosellón, y una breve estancia en la Corte, el salmantino combatió en la reavivada guerra de Portugal, también bajo el mando de Juan José de Austria, que comandaba el ejército de Extremadura, y después con el duque de Osuna, al frente del ejército de Castilla la Vieja. Allí trabajó en la fortificación de enclaves como La Fregeneda, San Diego de Alcalá, Alcañizar y la propia Ciudad Rodrigo.
Desde 1666 y ya como teniente maestre de Campo, Pacheco pasó a servir en Galicia junto al condestable de Castilla, Diego Melchor Rodríguez de Velasco y Tovar, y en el refuerzo de las fortificaciones de La Coruña, Marín y Vigo, puertos hostigados por la Armada francesa que intentaba impedir el embarque de las tropas españolas hacia Flandes.
Ese sería el siguiente y último destino de Agustín Pacheco. En 1668 formó parte de la expedición de 8.000 hombres, quienes, bajo el mando del Condestable de Castilla, fueron enviados por la Corona para frenar la reciente invasión francesa. La Historia la recuerda como la Guerra de la Devolución. Las plazas fronterizas de los Países Bajos, sin apenas fortificaciones, fueron cayendo en manos francesas. El Tratado de Aquisgrán (1668) ponía fin al conflicto y establecía la cesión esañola de territorios al Rey Sol Luis XIV. Pacheco fue nombrado por orden del Rey Carlos II gobernador de la villa de Léau (hoy Zoutleew), en la provincia flamenca de Brabante, al mando de una compañía valona de guarnición y con el grado de maestre de Campo de un Tercio de infantería borgoñona.
Tras rechazar un destino como sargento mayor en Cartagena de Indias, Pacheco contrajo matrimonio en Flandes con Leonor de Solís, hija de don Fernando de Solís, que había sido gobernador del castillo de Amberes, el más importante de los Países Bajos. Los Solís contaban con un importante patrimonio, y la prematura muerte de Leonor junto al hijo que esperaban, cuatro años después, originaría un largo pleito de Pacheco con su familia política para que se ejecutase el acuerdo prenupcial, que contemplaba, en caso de fallecimiento de Leonor el pago de 50.000 florines. Una suma realmente cuantiosa, que equivalía a casi 13 veces la asignación mensual del Gobernador de los Países Bajos.
Corrían tiempos difíciles para los dominios españoles en Flandes. La Regencia de Mariana de Austria tenía que lidiar con una Hacienda exhausta por los numerosos frentes bélicos. Había desgobierno, desórdenes y pillaje. Así, sin posibilidades de mandar más recursos, desde la Corte se apostó por mejorar las fortificaciones nombrando nuevo gobernador al conde de Monterrey, Juan de Zúñiga y Fonseca, que sería sucedido en 1675 el duque de Villahermosa. Ambos confiaron en Pacheco para reforzar las plazas ante los constantes asedios de los franceses.
En 1680, Pacheco había sido nombrado gobernador de Termonde. Ya con el grado de sargento general de Batalla, redobló sus influencias para conseguir el cargo de superintendente de las fortificaciones de Flandes y se casó en segundas nupcias con la aristócrata y rica heredera flamenca María Isabelle Des Mares. En sus últimos años, el militar mirobrigense reclamó en vano ser nombrado bayle (administrador) de Termonde, pero falleció en 1685 poco antes de recibir el deseado nombramiento. Su esposa, convertida en condesa de St.Remy, ejerció como administradora de su notable patrimonio, que aumentó notablemente en 1698 tras la resolución judicial del pleito que mantenía la familia de los Solís.
En memoria de su marido, la segunda esposa de Pacheco instituyó en 1713 una fundación en favor de las viudas y huérfanos de militares españoles, el “Hospice Pacheco”. Un siglo después, en 1824, la Fundación se convirtió en Institute Pacheco, para lo que se levantó un notable edificio en un nuevo emplazamiento dentro del centro histórico de Bruselas. El terreno donde estuvo asentado el hospicio original se convirtió en “boulevard Pacheco”, nombre que mantiene en la actualidad.
Agustín Pacheco no tuvo descendencia con ninguna de sus dos esposas. Tan vez este hecho haya ayudado indirectamente a que su archivo personal haya llegado a nuestros días conservado por los sucesivos administradores de la institución que fundó su viuda. Pero tampoco llegó a ser conocido en su tierra. “Pensé que contar su historia a sus paisanos —dice Agustín Sánchez Rey—era el mejor homenaje que le podría hacer”.
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