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Arantxa mientras da un paseo por Salamanca.
El renacer de quien recibe un trasplante alogénico: “Llegué a Hematología como alguien que va a buscar un futuro”

El renacer de quien recibe un trasplante alogénico: “Llegué a Hematología como alguien que va a buscar un futuro”

Arantxa recibió en 2020 un trasplante alogénico, cuatro años después de haber sido diagnosticada de un linfoma de Hodgkin

Domingo, 18 de abril 2021, 21:05

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Conversar con Arantxa es hacerlo con una persona que desprende optimismo por los cuatro costados. El suyo es un caso de superación, de caerse y volver a tirar hacia adelante. Desde hace cuatro años, esta salmatina cuenta los días en positivo. Imaginen la escena de alguien que abandona su casa llevando solo una maleta y lo hace en busca de un porvenir. Esto es lo que hizo la protagonista de este reportaje. “Yo llegué a la cuarta planta izquierda del Hospital -Hematología- con mi maleta, como cuando uno va a buscar un futuro”, confiesa, y añade: “El día del segundo trasplante fue como el renacer, ese es el día 0”, relata al otro lado del teléfono. Es probable que no sepan de qué está hablando, pero la vida de Arantxa Agudo dio un giro de 180º grados en febrero de 2017, cuando fue diagnosticada con un linfoma de Hodgkin -cáncer que se origina en los glóbulos blancos, es decir, en el tejido linfático y que se encuentra en los ganglios linfáticos, el bazo, el hígado y la médula ósea, entre otros sitios-.

Por aquel entonces, ella desconocía qué era un linfoma, de hecho, tras un proceso de medio año de pruebas y teniendo antecedentes de un caso de cáncer de mama en su familia -una de sus hermanas-, su primer pensamiento fue que se trataba de un cáncer de mama. “Tenía una sudoración muy fuerte y un pequeño bulto en el pecho”, comenta Agudo. Pero pronto se descartó esa posibilidad y empezó a conocer lo que esconde la famosa planta de Hematología. “No sabía ni situar Hematología en el Hospital”, reconoce Arantxa. En ese momento descubrió lo que oculta esa cuarta planta del ala izquierda. “Allí siempre hay una palabra de amabilidad. Son excelentes profesionales que pelean por sus pacientes”, detalla una madre de 50 años que aterrizó allí “con mucho miedo”.

Tras unos primeros meses de tratamiento de quimioterapia, Arantxa pudo volver a su trabajo como Auxiliar de Enfermería. 18 meses después, su “inquilino” - así se refiere ella al linfoma- volvió.

En octubre de 2019, recibió su primer trasplante autólogo, es decir, realizado a partir de sus propias células, pero “no fue bien desde el minuto 0. Tenía fiebre. No se sabía muy bien qué estaba pasando”, relata. Efectivamente, su cuerpo no estaba reaccionando como debía. El linfoma de Hodgkin se había transformado en uno de no Hodgkin -algo que es extremadamente raro que suceda-: “Me tocó la lotería”.

“El día de Reyes de 2020 tuve que ser intervenida de urgencia para quitarme la vesícula”, recuerda emocionada. El trasplante autólogo no había surtido efecto. Tres años después, Arantxa volvía a estar en la casilla de salida: “Estábamos otra vez en la pelea por vivir. Te llevas un palo y te preguntas que por qué me ha tocado a mí”. Pero no hay tiempo para lamentos. Su naturaleza aguerrida y el apoyo de toda su familia -su marido, sus dos hijos, de 21 y 24 años y sus hermanos-, le hicieron tirar hacia adelante.

Y en este proceso que ya dura cuatro años repletos de “muchos miedos”, Arantxa se sometió al segundo trasplante. Esta vez alogénico -uno de los 90 que se desarrollaron en 2020 en el Hospital-. El 15 de junio fue su “día de la infusión”, es decir, el de su trasplante, gracias al 100% de similitud genética con uno de sus hermanos.

Más de 10 meses después, no hay rastro del linfoma, y al preguntarle cómo se encuentra, ella responde: “Me encuentro bien. Ahora soy muy de presente”. Y añade: “Yo no elegí tener la enfermedad, pero sí tengo la opción de elegir cómo vivirla”.

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