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Primer día de paseos en Salamanca. Archivo
El inicio de los paseos redujo al mínimo las llamadas pidiendo ayuda psicológica

El inicio de los paseos redujo al mínimo las llamadas pidiendo ayuda psicológica

Ansiedad, depresión, enfado y dificultades en las relaciones fueron los principales problemas tratados por el servicio que puso en marcha la Facultad de Psicología por el COVID-19

Sábado, 4 de julio 2020, 00:14

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La pandemia de COVID-19 ha tenido consecuencias a todos los niveles, también en el ámbito psicológico. El confinamiento en casa aumentó los problemas de convivencia, la preocupación por los allegados y, como consecuencia, fueron muchos los ciudadanos que sintieron ansiedad, depresión o enfado. Así se desprende del informe que presentó ayer el Servicio de Atención Psicológica que la Facultad de Psicología de la Universidad de Salamanca puso en marcha por el COVID-19 once días después de comenzar el confinamiento, estando activo hasta el pasado 31 de mayo. Dos intensos meses en los que el medio centenar de voluntarios que participó en la iniciativa —profesores, alumnos de posgrado y especialistas— recibieron casi 600 llamadas.

El día de mayor actividad fue el 21 de abril, cuando la ciudadanía llevaba más de un mes encerrada. La situación comenzó a mejorar solo una semana después, cuando comenzaron las medidas de alivio y se permitió a los niños salir a la calle acompañados de un adulto. El 2 de mayo, momento en el que comenzó la desescalada y la población en general pudo salir a pasear o a hacer deporte en distintas franjas horarias, se produjo claramente un punto de inflexión, el servicio recibió el número mínimo de llamadas del periodo, solo 2, según destacó Ana María Ullán, impulsora de la iniciativa respaldada por el Decanato de Psicología y el Rectorado. Ayer el rector Ricardo Rivero les felicitó por su gran labor.

Fueron las mujeres las que pidieron en mayor medida la ayuda de este servicio y de edad adulta. En cuanto a las razones de las llamadas atendidas, los problemas de convivencia fueron el principal motivo, seguido de la preocupación por los allegados, las situaciones de duelo por los fallecidos a los que no se pudo despedir, así como el propio confinamiento, la soledad y el miedo al contagio. A nivel psicológico, estas cuestiones se tradujeron mayoritariamente en ansiedad, tristeza y depresión, preocupación y enfado, dificultades en las relaciones, necesidad de comunicarse y miedo. Los problemas fueron evolucionando a medida que lo hacía el confinamiento, de forma que cuando comenzó la desescalada aumentaron las cuestiones no específicas de la pandemia y se reactivaron los trastornos mentales ya existentes.

Las intervenciones más habituales de los voluntarios consistieron en ayudar mediante técnicas de relajación, dando información, intentando reinterpretar la situación y con la parada de pensamientos recurrentes. Pero, por encima de todo, escucharon.

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