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Ángel Bajo y Vega Riesco revisan un electrocardiograma en el área de Urgencias. cuesta
El daño neuronal producido por las intoxicaciones con monóxido que ha descubierto el Hospital de Salamanca

El daño neuronal producido por las intoxicaciones con monóxido que ha descubierto el Hospital de Salamanca

El servicio de Urgencias analiza cómo los incidentes con braseros de cisco y chimeneas pueden dejar secuelas -demencias, Parkinson, etc- que aparecen al cabo de unos meses

Domingo, 1 de diciembre 2019, 21:34

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El servicio de Urgencias del Hospital de Salamanca ha sido premiado en el último Congreso Nacional de Toxicología por su programa de vigilancia con los pacientes que sufren intoxicaciones por monóxido de carbono.

El proyecto liderado por Ángel Bajo estudia “las alteraciones neurológicas que pueden aparecer tras una intoxicación por monóxido”. El propio facultativo explica que “Salamanca es una zona con muchas intoxicaciones por chimeneas, braseros de cisco, parrillas, calefacciones... Son situaciones en las que hay una mala combustión y se acumula monóxido de carbono, con los que la persona se va quedando dormida, pierde el conocimiento y puede llegar a fallecer”.

La preocupante conclusión a la que han llegado en Salamanca es que unos meses después de sufrir una intoxicación se han registrado alteraciones neurológicas en algunos de esos pacientes. “Parece que no ha pasado nada y que el paciente se recupera correctamente, pero al cabo de unos meses empieza a presentar un deterioro neurológico”, asegura Ángel Bajo, que ha trabajado junto a la doctora Vega Riesco y en colaboración con la Facultad de Medicina.

Los urgenciólogos salmantinos recomiendan un seguimiento durante años a todos los intoxicados

El estudio de los salmantinos arrancó en 2010 con pacientes que precisaron una resonancia magnética. El pasado año se les volvió a someter a revisiones para vigilar la evolución y la ‘mala noticia’ es que “no se ha encontrado un patrón claro de por qué a unas personas les afecta de esa manera el monóxido”. “Depende de la intensidad de la intoxicación, pero no de las lesiones que vemos en el TAC o en la resonancia. Ni tampoco de la clínica en el momento agudo”, añade.

En vista de que no es posible prever si una intoxicación va a dejar secuelas o no, la conclusión a la que han llegado los urgenciólogos de Salamanca es que este tipo de pacientes deben someterse a un seguimiento durante los siguientes años a la intoxicación: “La evidencia es que estas intoxicaciones sí dejan secuelas a una pequeña parte de las personas que las padecen. Como no están claros los factores que determinan ese deterioro neurológico, entendemos que hay que hacer un seguimiento a todos porque esas alteraciones neurológicas pueden aparecer a partir de 3 meses, o de 6 meses, y la mayoría de la gente no lo asocia. De repente pueden tener pérdidas de memoria y no lo relacionan con el hecho de que medio año antes sufrieron una intoxicación”, explican.

Lo llaman ‘síndrome neurológico tardío’ y por el momento se han registrado una larga lista de patologías: “Durante estos años en los que hemos estado realizando el estudio hemos anotado desde casos de Parkinson hasta demencias”, aunque especifican que no conviene ser alarmistas: “Las personas que acaban sufriendo secuelas neurológicas son un porcentaje mínimo del total de los que sufren intoxicaciones, pero aún así es conveniente realizar esa vigilancia”. Una recomendación que ya ha sido galardonada entre los especialistas de toda España.

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