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En dos meses cumplirá tres años como presidente de la Confederación de Empresarios CEOE-CEPYME Salamanca. Llegó con el horizonte de la unificación con la patronal CES entre ceja y ceja, algo para lo que ha trabajado desde entonces porque está convencido «de que es beneficioso para toda la sociedad salmantina». Ahora, cuando la unión está al alcance, socios de su organización en contra del proceso han solicitado una asamblea general extraordinaria.
¿Cómo se entera de la solicitud de la asamblea general?
—Cuando llego de vacaciones me avisan de que han presentado la solicitud en el registro. Gente del comité ejecutivo me indica que hay cierta inquietud sobre cómo van las negociaciones con CES, algo que ya sabía desde antes de verano, a pesar de que nunca me he apartado de ofrecer información. De hecho, en el último consejo directivo (formado por los representantes de las diferentes asociaciones de empresarios) se lo reiteré a algunos presidentes.
Pero fue este órgano el que le autorizó para negociar.
—Nosotros le pedimos en su día apoyo para avanzar en la unificación. Nos marcaron ciertas directrices y no nos apartamos de cumplirlas, pero cuando se inicia una negociación no hay blanco o negro. Planteamos a CES las líneas y nos dijeron que habría que matizar algunos aspectos. Hemos estado buscando las alternativas y cuáles eran las mejores vías para llegar a un entendimiento.
¿Cómo se estructuró la negociación?
—Empezamos reuniendo a las dos juntas directivas, pero era poco operativo y al final determinamos nombrar una comisión formada por representantes de ambos lados. A día de hoy siguen quedando flecos, pero cuando el acuerdo esté cerrado, siempre he defendido que lo tendríamos que llevar a los órganos de administración para que lo refrenden, primero el comité directivo y luego la asamblea.
Parece que ahora se han adelantado los acontecimientos.
—Los artículos de nuestros estatutos amparan que se pueda solicitar una asamblea y yo no me aparto. De hecho, el comité ejecutivo ha convocado la asamblea en la que daremos las explicaciones oportunas. Quiero dejar claro que si alguien quiere información antes, también se la vamos a ofrecer.
¿Cree que se ha informado con engaño a los socios que han cedido el voto y pedido la asamblea?
—No lo sé. Tampoco me pertenece a mí juzgar cómo se han obtenido esas delegaciones. Lo que es real es que hay un tercio de la asamblea que lo solicita y la hemos fijado para el próximo 17 de octubre. Pero, insisto, quien quiera información antes la puede pedir y, ya que la reunión se tiene que celebrar, que se aproveche para avalar o no las negociaciones.
¿Esperaba en este momento una reacción así?
—Cuando estás en este tipo de puestos te esperas de todo, pero es verdad que te sorprende porque no es necesario que me convoquen una asamblea para pedir información. Creo que soy una persona bastante cercana y que junto al comité nunca me he apartado de dar explicaciones ni de reunirnos las veces que hagan falta.
¿Pedir la asamblea puede ser una escenificación excesiva del desacuerdo que existe?
—Creo que sí, porque no hay ningún empresario que esté en contra de la unidad empresarial. Creo que unilateralmente o unipersonalmente no hay nadie que esté en contra. De hecho, yo no me encuentro con nadie, ni incluso con gente que ha solicitado la asamblea, que diga que esté en contra de que se unan las dos confederaciones.
¿Se ha parado la negociación?
—La negociación continúa como estaba y lo que tenemos es que darle el impulso definitivo.
Le acusan de no seguir el mandato del consejo directivo...
—Entiendo que haya cierta incertidumbre, pero el mandato era negociar. Nosotros pedimos la autorización para negociar. Evidentemente se marcaron unas directrices y yo sigo pensando que si alguien cree que algo es insalvable, se le puede dar una vuelta, pero siempre tendrá que ser desde el consenso y desde la crítica constructiva.
En el orden del día de la asamblea se incluye censurar al presidente. ¿Lo considera justo?
—Yo vine para conseguir la unificación. Si lo consigo, lograré algo que me marqué como hoja de ruta. Y si no lo consigo o no tengo los apoyos suficientes no me hace falta que me convoquen a una asamblea ni que me tambaleen la silla.
¿Se ha sentido respaldado?
—Sí, muy apoyado por gran parte del empresariado salmantino esté asociado a COE y a CES o no. Me han llamado empresarios de toda la horquilla de la sociedad de Salamanca. También las instituciones, porque todo el mundo cree que esto es lo mejor para la provincia.
Uno de los puntos de fricción es si las asociaciones de CES van a pagar cuota, ¿cómo se plantea esta cuestión?
—Es evidente que van a pagar igual que pagan ahora mismo una cuota en CES. No van a tener una cláusula especial ni un trato especial. Pero exactamente igual que a día de hoy en COE están las asociaciones de pleno derecho que abonan una cuota y reciben unos servicios y están otras asociaciones «adheridas», que no tienen unos servicios, pero sí representatividad. Se trata de buscar la fórmula para que todos estemos cómodos en una reunificación. Esto es como cuando te casas o empiezas a vivir en pareja. Ya no está lo tuyo y lo mío, sino lo nuestro. Es la misma imagen que tenemos que proyectar a la sociedad: no va a haber un bando ni otro bando.
Entre los apoyos se encuentra el del presidente de CEOE, Antonio Garamendi, ¿qué le dijo?
—Estuve el miércoles en Madrid con él y evidentemente está al tanto de todo. También es conocedor de que hemos estado negociando y lo ve con buenos ojos. Vuelvo a decir lo mismo, no hay nadie que pueda estar en contra de que los empresarios estemos unidos. Me ha animado a que siga trabajando y a que busque consensos y apoyos. También me ha apoyado en el mismo sentido el presidente de CEPYME, Gerardo Cuerva. Creo que tengo fuerza suficiente para seguir y seguiré siempre que tenga el apoyo de las personas a las que represento.
¿Confía en que esto se resuelva?
—Espero y confío en que sí. Estoy convencido de que esto es lo mejor para la ciudad, para el empresario salmantino, para las pequeñas y medianas empresas, para las grandes empresas y para toda la sociedad.
¿Pondría fecha a la unificación?
—No depende de mí. Evidentemente tendría que seguir los procesos, pero espero que en menos de un año. Una vez llegados a un entendimiento total, en menos de seis meses, porque estas cosas una vez decididas deben materializarse lo antes posible. Si no, lo único que puede pasar es que se vuelvan a enturbiar las relaciones.
¿Ha hablado con expresidentes de CEOE-Cepyme Salamanca?
—En los últimos tiempos, aunque no recientemente, con muchos expresidentes de CEOE-Cepyme Salamanca. A algunos les he dicho que no hay que mirar hacia el pasado, hay que mirar al futuro, olvidarnos de los fantasmas del pasado, de las discrepancias del pasado, de los intereses personales y de los personalismos.
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