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El 15 de septiembre, se cumplirán cuatro años y medio desde que, con motivo del primer Estado de Alarma de la pandemia y para hacer frente a la crisis sanitaria provocada por el coronavirus, el Ejecutivo de Pedro Sánchez decretó la suspensión de todos los servicios ferroviarios, entre ellos, el tren que conectaba Madrid con Lisboa a través de Salamanca. Desde entonces, no solo no ha vuelto a circular, sino que ni Renfe ni el Ministerio de Transportes parecen tener en sus calendarios que vuelva a funcionar.
Lo cierto es que, por la línea que conecta Salamanca con la frontera portuguesa, un tramo que formaría parte de la vía por la que apuesta la Unión Europea para la conexión por alta velocidad entre Madrid y Oporto, actualmente no circula ningún servicio regular de viajeros. Por el corredor que pretende convertirse en la infraestructura que impulsará a la provincia como un gran nodo logístico por el que pasen gran parte de las mercancías que llegan a Europa por el Atlántico no pasan trenes de pasajeros. La prometida electrificación, cuyas obras empezaron en 2019 e iban a terminar en los primeros meses de 2021, acumulan tres años y medio de retraso.
Con este panorama a la vista, nos enfrentamos a la necesidad de que el Gobierno actúe para que las conexiones con el país vecino reciban el impulso necesario que permita a Salamanca no perder el Mundial del verano de 2030 en el que la provincia se juega parte de su futuro.
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