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La psicóloga salmantina Concepción Chamizo Romero. GUZÓN
Concepción Chamizo (psicóloga salmantina): “El abrazo no se puede sustituir. Un buen abrazo te libera de todo”

Concepción Chamizo (psicóloga salmantina): “El abrazo no se puede sustituir. Un buen abrazo te libera de todo”

Chamizo explica las consecuencias de no recibir muestras de afecto debido al distanciamiento social por la pandemia

Lunes, 25 de enero 2021, 17:26

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El pasado 21 de enero se celebró el Día Internacional del abrazo, aunque lamentablemente este año dar uno es más complicado que nunca. La psicóloga salmantina Concepción Chamizo, que trabaja para la Asociación Síndrome de Turner ‘Alejandra Salamanca’, la Asociación Salmantina contra el Bullying y Ciberbullying y ofrece talleres de formación en las universidades salmantinas, explica cuáles son las consecuencias de la falta de contacto físico debido a la pandemia.

–¿Por qué afecta tanto al hombre la falta de contacto social, de un abrazo?

–Es una necesidad humana. Los seres humanos necesitamos la dependencia unos de otros, estar en contacto con otras personas. Necesitamos sobre todo sentir a las personas y estar piel con piel. Por ejemplo una de las cosas en las que más coinciden las distintas teorías de la Psicología es que uno de los sentidos más desarrollados por los bebés es el tacto. Cuando llegamos al mundo lo primero que hacen los ginecólogos es poner al bebé en el pecho de la madre para sentir, además del latido del corazón, el contacto con la piel. Para todos los niños el nacimiento es un proceso traumático y ese abrazo hace que la hormona que es responsable del estrés, el cortisol, se reduzca, con lo cual la frecuencia cardíaca también disminuye. El tacto es fundamental e imprescindible para nosotros como seres sociales.

–¿En qué ha afectado el hecho de que el distanciamiento no haya sido solo cuestión de unas semanas sino que se haya prolongado?

–El hecho de que ese contacto esté “prohibido” por recomendación sanitaria nos ha vuelto mucho más ariscos. Como seres sociales, cuando no lo tenemos se empiezan a producir una serie de comportamientos más desagradables y negativos. Estamos mucho más irascibles. Hay que tener en cuenta que el abrazo lo que provoca es que se segreguen una serie de hormonas, como por ejemplo la serotonina o la dopamina. Estas tienen un efecto de sedación, nos proporcionan una sensación de tranquilidad, de bienestar, de calma... Si estamos irritados y no tenemos ese contacto no se produce ese efecto sedante sino que continuamos con esa sensación de ansiedad y estrés. El tema de los abrazos le damos muy poca importancia pero al ser calmante es muy importante para nuestro desarrollo psicológico, a nivel emocional y por supuesto corporal.

“Un abrazo reduce el ritmo cardíaco, la presión arterial, mejora el sistema inmune, el ánimo, genera seguridad...”

–¿Qué perjuicios supone para el organismo perder el contacto social?

–Hay un experimento que se hizo con recién nacidos muy significante. Se les dividió en dos grupos. A una mitad se les dijo a los padres que durante un tiempo les aplicaran el cariño habitual y a la otra mitad se les pidió que se limitaran únicamente a su alimentación y a mantenerles limpios, reduciendo ese contacto físico. El resultado fue que los niños que habían tenido un mayor contacto estaban mucho más sanos e incluso habían ganado peso mucho más rápido que el resto de la población de bebés. El contacto físico tiene multitud de beneficios. A nivel físico reduce el nivel de estrés, reduce el ritmo cardíaco, reduce el nivel de presión arterial, libera tensiones... También hay investigaciones que apuntan que mejora bastante nuestro sistema inmune porque se produce un aumento de la creación de glóbulos blancos. A nivel emocional, social y psicológico todo lo que podamos imaginar: mejora nuestro estado de ánimo, genera sensación de seguridad y confianza, reduce el miedo y la tristeza, la soledad, facilita una comunicación más efectiva... Y perjuicios pueden ser todos.

–¿La simple falta de contacto puede general un malestar psicológico?

–Sí, por supuesto. Nosotros además de necesitar ese contacto físico porque somos seres sociales, genéticamente estamos programados para al nacer crear ese contacto, ese vínculo con nuestra madre a través del tacto. Esto se determina en la teoría del apego de John Bowlby. Para confirmar un poco esto se hizo otro experimento con niños huérfanos y algunos de ellos fueron privados de este apego y de la figura materna. Lo que se determinó es que estos niños sufrían una mayor cantidad de consecuencias negativas que impedían un mejor desarrollo emocional y social. El hecho de no recibir ese tipo de abrazo genera una mayor inseguridad por nuestra parte y ello puede verse reflejado en diversas conductas.

–¿Qué pasaría si esta relación se prolongara más allá de 2021?

–Claramente que tendríamos que ir todos al psicólogo. Tenemos discrepancias por absolutamente todo, un enfado generalizado, informaciones contradictorias, el hecho de no poder salir... No sabemos realmente cómo gestionar esto. Si esta situación sigue mucho más nos quedan dos cosas: o se acaba tirando todo por la borda y cada uno nos encerramos en nuestra casa; o acabamos asumiendo que esto tiene que ser así y que todos tenemos que poner de nuestra parte para acabar con el virus, que evidentemente es la manera correcta.

–¿Qué herramientas existen para sustituir un abrazo?

–El abrazo no se puede sustituir porque implica ese contacto físico y un buen abrazo te libera de todo, pero hay otras muchas maneras de demostrar el cariño. A través de la sonrisa, de la palabra, el decir puedes contar conmigo, el poder mantener aunque sea a través de redes sociales el contacto con tus familiares y amigos y no aislarte, etcétera. Sabemos que es muy difícil y no interactuamos de la misma manera, pero es una de las formas que tenemos para estar un poco más cerca de los nuestros. También es muy importante que no se tenga ningún tipo de problema a la hora de pedir ayuda por esta situación. Tendemos a pensar que esto lo tenemos que vivir todos y por qué voy a ser yo el que necesite ayuda, pero cada uno vivimos las cosas de una manera diferente.

“Yo creo que esta pandemia a nivel individual nos está haciendo más egoístas y nos mostramos más agresivos”

–¿La falta de contacto ha hecho más duros los duelos por la pérdida de un familiar?

–Sí, añade un poco más de dolor a esa situación, porque además cuando perdemos a una persona querida lo que necesitamos siempre es, a parte de estar con nosotros, que nos toquen. Es una forma de acompañamiento y de decir estoy contigo.

–¿Cómo reaccionamos cuando vemos en la televisión alguna escena en la que hay un mayor contacto físico, como podría ser un partido de fútbol?

–Con enfado. En marzo se empezaron a escuchar muchas teorías, que yo creo que eran un método de consuelo que teníamos, que decían que de esta íbamos a salir reforzados, siendo mejores personas e íbamos a aprender de nosotros mismos y a entender mejor a la gente. Yo sinceramente creo que vamos a salir peores personas de lo que realmente somos. Es muy difícil que en una situación así todos podamos empatizar con todos. Nos enfadamos porque uno saca al perro y da una vuelta demasiado larga, porque estamos en casa y vemos como otros están en una terraza... Cada uno de nosotros no entiende la situación que tiene el resto. Yo creo que esta pandemia, además de todas las acciones de generosidad y altruismo que se están viendo, a nivel individual nos está haciendo más egoístas y si no estamos de acuerdo con algo nos mostramos más agresivos.

–¿Alguna recomendación para lo que queda de pandemia?

–Aceptar. Cada uno de nosotros tiene que aceptar que esta situación es la que es, no es algo que hayamos querido nadie. Cada uno es responsable de sí mismo y sabe cuáles son las acciones más adecuadas para su bienestar y el de los demás. Tenemos que poner todos de nuestra parte para salir adelante.

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