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Sábado, 2 de noviembre 2024, 05:30
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En un mundo donde la globalización y la rápida evolución tecnológica definen el panorama económico, la competitividad y la resiliencia de la fuerza laboral se han convertido en dos pilares fundamentales para el desarrollo sostenible de las sociedades. Desde la perspectiva de la educación superior, estas características no solo son cruciales para los egresados, sino que también son determinantes para el éxito de las instituciones educativas en un entorno cada vez más exigente.
«La misión de nuestras instituciones va más allá de la transmisión de conocimientos académicos», declara Óscar González Benito, director-gerente de la Fundación General de la Universidad de Salamanca. «En un mundo laboral en constante evolución, debemos preparar a nuestros estudiantes no solo para los empleos de hoy, sino también para los que aún no existen. Esto implica un enfoque educativo que fomente habilidades críticas como la adaptabilidad, la innovación y el trabajo en equipo», añade.
La formación de capital humano altamente calificado es indispensable para que un país pueda enfrentar los retos económicos actuales y futuros. Por un lado, mediante la formación continua a lo largo del ciclo de vida laboral. En un contexto cada vez más dinámico y cambiante en cuanto a los conocimientos, habilidades y competencias requeridos para ser competitivos en los mercados laborales, y en un contexto de mayor longevidad con vidas laborales más largas, la formación permanente se convierte en una necesidad cada vez más acuciante. La USAL, a través de Fundación, pone el foco en este aspecto facilitando iniciativas de formación a demanda.
Por otro lado, las universidades deben adaptarse a las necesidades del mercado laboral. Esto implica no solo actualizar constantemente los planes de estudio, sino también fomentar habilidades que trasciendan lo técnico, como el pensamiento crítico, la creatividad y la capacidad de trabajo en equipo. Estas habilidades blandas son cada vez más valoradas por los empleadores y son fundamentales para que los egresados destaquen en un entorno laboral competitivo.
El sistema de microcredenciales facilita la adquisición de competencias puntuales y el desarrollo de la resiliencia en los estudiantes desde un enfoque educativo integral a través, por ejemplo, de la integración de habilidades de adaptación, la gestión del estrés y la resolución de problemas. Hoy en día se trata de un complemento imprescindible en la búsqueda de un primer empleo.
«Desde la Fundación General adoptamos un enfoque proactivo para abordar estos desafíos y, en este sentido, consideramos crucial la colaboración con el tejido productivo», señala González Benito y apunta que la Universidad es una fábrica de talento, egresando centenas de trabajadores altamente cualificados para incorporarse y fortalecer los mercados laborales. Las prácticas curriculares, extracurriculares y no laborales en general constituyen un puente clave en esa etapa de transición de los titulados. «Desde la FGUSAL gestionamos tradicionalmente prácticas formativas para que egresados recientes tengan una primera aproximación a los entornos de trabajo. Aunque a veces se cuestiona la efectividad de estas prácticas, los datos hablan por sí mismos: las tasas de inserción profesional rondan el 60%. Esto demuestra que estas experiencias son valiosas tanto para los titulados como para las empresas que buscan talento joven y preparado».
Considera, además, que la colaboración entre la academia, la industria y la sociedad es esencial para construir una fuerza laboral robusta y resiliente, capaz de enfrentar los desafíos del siglo XXI. Salamanca tiene una oportunidad única para fortalecer su desarrollo económico y fomentar el empleo de calidad. Primero, la calidad de vida en nuestra ciudad es un atractivo innegable; se puede vivir mejor y con menos recursos que en otros entornos urbanos. Segundo, la accesibilidad a un talento altamente cualificado gracias a nuestras universidades es un recurso que debemos aprovechar. «Y, por último, tenemos que aprovechar que las nuevas tecnologías ofrecen oportunidades de deslocalización: gracias a la digitalización y la conectividad global, empresas de diversos sectores como, por ejemplo, la manufactura, la tecnología de la información y los servicios financieros pueden trasladar sus operaciones a regiones donde los costos son más bajos, sin comprometer la calidad o la eficiencia», subraya.
La Fundación General es un espacio clave de colaboración entre la academia, la industria y la sociedad, que ofrece un valor añadido significativo para las empresas. Al facilitar alianzas estratégicas, permite a las organizaciones acceder a talento fresco y a proyectos de investigación aplicados que abordan sus necesidades específicas. «Este enfoque no solo enriquece la formación de los estudiantes, sino que también facilita la innovación y la solución de problemas, fortaleciendo el compromiso de las universidades con el desarrollo económico y social», concluye el director-gerente de la Fundación General.
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