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Recorre las butacas del Teatro Liceo poco antes de que tenga que anunciar la Semana Santa de Salamanca. Sube al escenario y fija su mirada sobre las pinturas de la cúpula, un aspecto que suele pasar inadvertido tanto para espectadores como para actores debido a la oscuridad en la que suele estar el auditorio. Siente responsabilidad antes de dirigir un mensaje que sabe será muy medido por el público cofrade. Será el martes en el Teatro Liceo.
¿Qué sintió cuando le nombraron pregonero de la Semana Santa?
—El primer sentimiento fue sorpresa y luego emoción, alegría y responsabilidad. No es un pregón cualquiera. Todos los pregones son esperados con mucha ilusión por sus destinatarios porque están relacionados con las fiestas, pero la Semana Santa es algo muy especial. Dirigirse a los cofrades, no es lo mismo que al público en general. Ellos viven muy intensamente la Semana Santa y tengo que ser muy acertado. En el momento que me lo comunicaron pensé que me quedaba mucho trabajo por delante... Es la Semana Santa que he vivido de pequeño con la familia, hasta la experiencia última como alcalde, más institucional. Son muchos recuerdos, vivencias, familia, amigos, tus paisanos, el marco incomparable de la ciudad.
En un año muy especial en el que se cumple el vigésimo aniversario del Interés Turístico Internacional.
—La Semana Santa de Salamanca nos aporta mucho a la ciudad. Desde el sentimiento cristiano y religioso de los cofrades, ese recogimiento y esa pasión con la que lo viven en las calles y, a mayores, todo el aspecto artístico y cultural que es tan importante. La riqueza de nuestros pasos, de nuestro patrimonio y la repercusión económica que tiene para el turismo y el empleo en la ciudad. Veinte años es una fecha muy señalada y yo quiero reconocer a la Junta de Semana Santa y a las cofradías en el interés que han puesto en esta celebración. Desde la exposición a las puertas del Teatro Liceo a otras que se van a realizar fuera de España. Estuvimos en FITUR presentando nuestra Semana Santa y hablando de la conmemoración. O la escultura ‘Cofrade’ o una mayor presencia en los templos. Todo han sido una serie de peticiones de la Junta de Semana Santa y nosotros estamos encantados de contribuir a dar más realce al personal.
¿Qué pesará más en su discurso: la parte personal, institucional, la religiosa o la cultural?
—El personal, sin ninguna duda. Pero viene de la mano del institucional. Esas vivencias desde la infancia, a través de la familia, pero sobre todo el sentimiento más profundo lo he tenido en virtud del ejercicio del cargo. Me han abierto las puertas de las cofradías, de sus templos y he podido vivir en primera persona los preparativos, los nervios, las carreras y la subida de los pasos. Incluso me han invitado a dar un martillazo. Ese momento especial en que se abren las puertas de las iglesias y entra la luz, mientras se oye el rumor del público expectante que acompaña durante todo el recorrido. Todo son emociones y sentimientos. Y he tenido el privilegio de vivirlo en primera persona pegadito a los cofrades. Agradezco mucho que me hayan acogido de esta manera y me hayan permitido compartir con ellos estas vivencias tan íntimas. La Semana Santa es una manifestación popular pública, pero tiene también un momento importante de intimidad de los propios cofrades. Poder vivirlo con ellos te abre los ojos y te explica mucho lo que significa la Semana Santa para ellos.
¿Le cambió vivir esos momentos?
—Sí. Yo observaba las procesiones como algo más que un espectáculo. Ves la organización de los desfiles, la belleza de los pasos, pero no entras en las personas. Te falta ese aspecto tan íntimo y personal.
¿La Semana Santa le marcó en la infancia?
—Mis recuerdos de la infancia siempre están vinculados a la familia. A acompañar a mis padres, las visitas a los templos, ver los desfiles, ir a ‘La Borriquilla’ en un Domingo de Ramos que era una fecha muy especial de estrenos para todos los niños. Y luego ya con el paso del tiempo acompañar a mi madre
¿Qué mensaje quiere transmitir en el pregón?
—Quiero trasladar la intensidad con la que se vive la Semana Santa por parte de los cofrades y la emoción con la que la viven durante todo el año, la belleza de nuestros pasos, la riqueza de nuestras cofradías y el trabajo que realizan para sumar nuevo patrimonio con nuevos pasos, así como su faceta solidaria, más desconocida. Muchas veces nos fijamos solo en las escasas horas que salen en procesión y no en la labor caritativa que realizan todo el año. Y todo ello en el marco único del patrimonio de Salamanca. Por eso hablamos muchas veces que la Semana Santa de Salamanca es la mejor del mundo, y que no se asuste nadie en otras capitales de provincia y ciudades. Es porque nosotros tenemos un patrimonio incomparable. Y eso es lo que aporta la ciudad a las procesiones: un escenario único que se conjuga con pasos con mucha riqueza.
¿Qué le diría a aquellos que piensan que van a escuchar un mitin ante la cercanía de las elecciones municipales a las que se presenta?
—La Semana Santa y la política poco tienen que ver. Desde las administraciones lo que tratamos de hacer es ayudar a la Junta de Semana Santa en todo lo que nos pide y facilitar el desarrollo de su actividad durante todo el año. Además, los empleados municipales están encantados de hacerlo cuidando al máximo la pavimentación, las rampas, apagar las luces, ocultar las señales de tráfico. Quien piense que el pregón va a ser un mitin, que se olvide de venir al Teatro Liceo. Si a alguien le gusta los mítines, que no venga.
-¿La Semana Santa sigue necesitando que la protejan desde las instituciones?
—En Salamanca hay una opinión generalizada a favor de la Semana Santa. Es un valor y tiene una valoración muy positiva. Siempre puede haber excepciones, pero la opinión es muy mayoritaria. Sobre todo, se nota en las calles donde la gente sale en masa y disfruta ver los desfiles. Hay personas que pueden expresarse en contra o pueden cuestionar el apoyo económico institucional. La regla es el apoyo incuestionable.
-¿Qué le falta a la Semana Santa para despegar?
—La Semana Santa de Salamanca tiene mucha fuerza con cofradías, la incorporación de hermandades, nuevos pasos y un número de cofrades elevado. Se conservan las tradiciones y cada vez tiene un carácter más internacional. Se ha dado más importancia a la vertiente cultural y cada año se gana en riqueza.
-¿Llevar la entrega de premios del cartel de Semana Santa al Liceo conseguirá más participación?
—Todo lo que hagamos para dar realce al concurso es positivo y es una de las mejores infraestructuras culturales que tenemos. El Salón de Recepciones se quedaba pequeño y en los últimos años se ve una calidad artística muy alta. Seguro que vamos a conseguir una mayor participación y eso es bueno. Las fotografías entran por los ojos y te llegan al corazón. Se merecen que les demos un escenario como el del Teatro Liceo.
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