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El barrio de Garrido Norte, uno de los más extensos de Salamanca, aglutina a un elevado número de salmantinos pero también acoge a un 'popurri' de culturas. Aunque los límites geográficos del barrio no están muy definidos, está conformado por la Avda. Alfonso IX, ... Federico Anaya, el paseo de la Estación, la Avda. de los Cipreses, la Avda. de los Cedros y la Plaza Barcelona.
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Sus inicios se remontan al año 1877, cuando se construyó la primera estación de tren de la ciudad. Las primeras viviendas surgen a principios del siglo XX y sus protagonistas fueron dos figuras de la época: Santiago Bermejo, confitero de profesión y Manuel Garrido, albañil de oficio. «Bermejo era confitero y se había construido una casa de campo con huerta ayudado por Garrido. Ambos se animaron a construir un grupo de casitas humildes para jubilados de la Compañía de Ferrocarriles del Oeste de España en un terreno deshabitado», explica Jesús Málaga, el primer alcalde de la democracia salmantina, en su libro: 'La vida cotidiana en la Salamanca del S. XX: 1940-1975'.
Según cuentan sus vecinos, el barrio se forjó atendiendo a la naturaleza de sus primeros moradores: personas humildes que buscaban una vivienda asequible. Su asociación vecinal 'Navega' fue el motor social que veló por los intereses de los residentes de esta zona de la ciudad desde el año 1986 y facilitó la cohesión social entre vecinos.
«Los primeros bloques de casas que surgen se construyen enfrente del cuartel -hoy en día un gran centro comercial-, en María Auxiliadora. Eran de planta baja, de tamaño reducido y con materiales muy baratos. Los edificios que se sitúan entre la rotonda de Doña Urraca y la Torrente Ballester se hicieron de los sesenta en adelante», explica José, tesorero de la asociación de vecinos 'Navega'.
En aquel momento, toda la zona situada entre las avenidas de los Cipreses y los Cedros se encontraba sin edificar. «Todo eran caminos de barrio y parcelas de tierra y los niños las usaban para jugar a la pelota y para saltar los charcos que se formaban por la lluvia. Empezaron a construirse casas en esa ubicación a partir de la década de los setenta», afirma Lorenzo Hernández, presidente de la asociación de vecinos.
Uno de los motivos por los que, a partir de los setenta, el barrio de Garrido comenzó a acoger a un elevado número de nuevos vecinos fue el precio asequible de sus viviendas y el 'boom' urbanístico que asumió el barrio. «Mucha gente de los pueblos vino a Garrido porque las casas eran más baratas que en el resto de la ciudad y la ubicación del barrio era buena. Muchos de esos bloques fueron hechos por la antigua Caja de Ahorros y Monte de Piedad en Salamanca. Las constructoras edifican sin control y valía todo, las viviendas eran de muy pocos metros y se llegaron a hacer completas barbaridades», explica el tesorero de la asociación.
Recuerda especialmente la colaboración del cuartel de María Auxiliadora con los vecinos del barrio: «Nos dio mucha vida el cuartel y colaboraban con los vecinos siempre. Había muy buena relación con el barrio y nos ayudaban con los jeeps y las excavadoras para allanar y quitar el barro de las calles cuando teníamos cabalgatas o actividades y para hacer senderos. Yo todavía recuerdo, cuando era chaval, de ir al colegio por un sendero de tierra», reconoce José.
En sus inicios, Garrido careció de los servicios más esenciales. «El asfalto llegó a este barrio a partir de los 70 a alguna calle, pero a finales de los 80 todavía teníamos muchas calles sin asfaltar. Por aquel entonces, se hizo también un alcantarillado más moderno y se mejoró la presión del agua», explica Lorenzo Hernández.
El 'boom' urbanístico de Garrido dio de comer a muchas familias a finales del S.XX: «Mucha gente se vino de los pueblos para trabajar en la construcción de los pisos. Se hicieron tantas casas que la gente trabajaba para estas empresas como peones», explica el tesorero de la asociación Navega.
El barrio contó a partir de los ochenta con negocios de todo tipo. «Garrido tuvo muchos autónomos que trabajaban en los pequeños comercios del barrio como tiendas de ultramarinos, bares, zapaterías o pescaderías. Actualmente muchas de esas tiendas han cerrado y ha pasado aquí como en el resto de la ciudad», lamenta.
«La asociación Navega ha luchado mucho por asfaltar las calles, meter el agua, los autobuses, las antenas repetidoras o los semáforos. De los años 80 en adelante hicimos muchas manifestaciones para luchar por nuestros servicios», asegura Lorenzo Hernández, el actual presidente. Varios socios quisieron recordar los nombres de los presidentes Víctor Pedraz y Alfonso Manuel -que estuvo 22 años al frente de la asociación-, ya que «eran muy trabajadores y se consiguieron muchas cosas para el barrio de Garrido».
En el barrio de Garrido se construyeron los colegios Filiberto Villalobos, San Mateo (hoy escuela de música Santa Cecilia) y los institutos Mateo Hernández y Francisco Salinas para escolarizar a la población infantil. A partir del 2000, surgió la BibliotecaTorrente Ballester, el Multiusos Sánchez Paraíso o el complejo deportivo Vicente del Bosque.
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