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Algunos músicos callejeros tocan en una de las calles más céntricas de Salamanca. LAYA
La banda sonora callejera que resuena entre el patrimonio de Salamanca: «Es un privilegio»

La banda sonora callejera que resuena entre el patrimonio de Salamanca: «Es un privilegio»

Entre el bullicio de los turistas, por las calles de Salamanca, se escuchan las melodías de los diferentes músicos y artistas callejeros que animan y llenan de color el casco histórico de la ciudad con sus ritmos

Paula Daza

Salamanca

Martes, 3 de septiembre 2024, 12:27

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En las paredes de piedra del centro de Salamanca, donde el eco de siglos de historia aún resuena entre sus muros dorados, se despliega una sinfonía que se escucha en cada esquina. Es la banda sonora de la ciudad: los músicos callejeros, artistas anónimos que desafían el bullicio turístico, creando una atmósfera que transforma las plazas y calles del casco histórico de Salamanca en un escenario improvisado.

No existe una normativa específica que regule el trabajo de estos artistas, pero se acoge a la ordenanza municipal reguladora de la venta realizada fuera de establecimiento comercial permanente y la realización de actividades en la vía pública. Esta norma señala que para realizar cualquier tipo de actividad en la calle es necesaria la solicitud de la pertinente autorización. En el caso de los artistas callejeros se permite utilizar amplificadores, altavoces o música pregrabada; la duración de las actuaciones no puede superar los 60 minutos; el espacio ocupado ha de ser lo suficientemente amplio para no obstaculizar ni a los viandantes ni a los locales comerciales y de hostelería; el horario donde pueden ejercer su actividad será entre las 10 y las 15 h y entre las 17h y las 22 h, pudiéndose ampliar a a las 23 h en verano; se ha de mantener la vía pública limpia y cumplir siempre las instrucciones de la Policía Local.

Los músicos callejeros siempre han sido una parte viva del patrimonio cultural de las ciudades, adaptándose tanto a la audiencia como a las inclemencias del tiempo. También han tenido que amoldarse a la era digital en la que vivimos, pues en un momento en el que el dinero en efectivo se utiliza cada vez menos, algunos artistas callejeros están comenzando a modernizarse y a aceptar pagos por bizum.

Rafael de Dios es salmantino y lleva 18 años tocando la guitarra frente a la Catedral. Toca flamenco, jazz, blues y bossa nova. También improvisa y toca temas propios. Cuenta que la gente se anima a cantar y bailar, sobre todo con las covers de canciones conocidas. «Prefiero tocar en la calle porque, a parte de estar trabajando en un sitio precioso, me siento más libre que sobre un escenario, no tengo esa presión», dice.

Unos metros más allá, en la plaza del Corrillo, un guitarrista de pelo largo, toca una conocida canción de Antonio Flores mientras su perro, Pulga, duerme a sus pies. Su nombre es Fran Ávalos y, aunque muchos sabrían reconocerles a él y a su fiel compañero, pocos saben su nombre. Ha tocado en las calles de ciudades como Madrid, Barcelona, Amsterdam y Milán. Este valenciano llegó a parar a Salamanca por una casualidad: «Viajando de Madrid a Bilbao tenía que hacer un transbordo en Salamanca y me quedé sin dinero. Lo que en principio iba a durar solo unos días al final se alargó, me enamoré de la ciudad y ya llevó aquí 10 años», cuenta. «Ahora aquí tengo también un publico fiel, hay gente que viene casi todos los días a escucharme», añade. Su camiseta de «Guns N' Roses» le delata: «Toco sobre todo rock y me hace mucha gracia la cantidad de gente joven que me dice que toco la música que escucha su padre», cuenta entre risas.

Interpreta versiones, pero también tiene composiciones propias «aunque la mayoría de canciones que toco no son mías, procuro darles mi toque personal porque creo que es la única forma que hay de llegar de verdad a la gente», explica.

Andrés y Jonás son estudiantes de saxofón en el conservatorio de Salamanca. Andrés lleva solo un mes tocando en la Rúa Mayor, contagiado por las experiencias de su amigo, que ya suma 5 veranos transmitiendo su música a los transeúntes. Tocan pop, jazz, música latina... «Nosotros estudiamos interpretación en el conservatorio y lo que más nos gusta es tocar temas que la gente conoce. También nos divierte mucho improvisar y la gente lo disfruta mucho», explican.

«Nos encanta tocar en el escenario pero también en la calle. Es muy distinto porque aquí tienes más contacto con el público. Las personas que pasan mucha veces se paran a hablar con nosotros, nos cuentan cosas, nos felicitan si les ha gustado como hemos tocado un tema... Es verdad que nosotros nos dedicamos a esto y poder ganar dinero tocando música en cualquier lugar es un privilegio, pero la cercanía de la calle no la hemos vivido en ningún otro lado», explican.

La música callejera en Salamanca no es solo una manifestación artística; es un pulso constante que late entre los adoquines y las fachadas de piedra de Villamayor. Es un diálogo entre los músicos y la ciudad, una conversación que se adapta al ritmo de las estaciones. La época en la que más tocan estos músicos callejeros es en verano, aunque durante el invierno también llenan las calles con sus melodías.

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