80 años del faro de agua que señaló el norte de la capital
El depósito de la Chinchibarra, inaugurado en 1945, preside como un gran hito de piedra la campa -hoy, parque- en el que jugaron muchos niños salmantinos y donde se dice que nació el fútbol local
En el principio de los tiempos, todo era campo al norte de la ciudad, y en 1945 se levantó el depósito de la Chinchibarra. Sería esta una épica manera de iniciar la historia de esta construcción que, hace ahora 80 años, resultó fundamental para extender el servicio de abastecimiento de aguas a la nueva Salamanca, que crecía más allá de la vía del tren. Pero también es cierto que la torre, erigida en lo alto de la suave colina situada entre las carreteras de Toro y de Valladolid, ha servido desde entonces de referencia visual y de elemento simbólico para un pequeño barrio adyacente al populoso Garrido, que reclama su identidad propia.
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El plan integral de José Paz Maroto de 1938 marcó la necesidad de un nuevo depósito que se sumara al conocido como de Campoamor. La dura posguerra intensificó la emigración interior de los pueblos a la ciudad. El mapa urbano crecía hacia el norte y los nuevos ciudadanos reclamaban servicios. El teso de la Chinchibarra, mirador natural de la ciudad desde el norte, fue el lugar elegido.
Las obras comenzaron en 1941 y se excavaron 16.000 metros cúbicos de tierra. El ingeniero de CaminosIldefonso Sánchez del Río tomó como referencia el depósito que había construido en Oviedo para erigir una torre con aspecto de fortificación medieval, con mínimas aberturas de luz que asemejan las antiguas saeteras. La torre albergaba un gran vaso elevado construido en hormigón armado, apoyado sobre columnas emplazadas dentro del anillo interior. En la base, un gran depósito circular estaba estructurado en cuatro vasos, a modo de 'quesitos' del Trivial.
En el momento de la inauguración, solo se había construido medio depósito, pero su capacidad y la de las demás instalaciones ya garantizaba el abastecimiento de la población, suministrando 300 litros por habitante y día. La obra costó 1.600.000 pesetas de la época.
El 12 de junio de 1945, los salmantinos celebraron el día de su patrón, San Juan de Sahagún, y al mismo tiempo vivieron la inauguración del mercado de San Juan y del depósito de la Chinchibarra. La instalación terminaría de completarse en 1951, cuando culminaron las obras que permitieron ampliarlo hasta alcanzar los 40.000 metros cúbicos de almacenamiento. Y en torno al depósito y su icónica torre nacería un barrio.
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Zona de juegos y desarrollo
Pese a que las previsiones iniciales para el desarrollo urbanístico de la zona contemplaban enormes bloques de hasta nueve pisos de altura, las primeras construcciones se limitaron a dos decenas de edificios de cuatro y cinco plantas, con pisos pequeños y modestos. Los edificios altos se reservaron para lucir la nueva salida de la ciudad por la antigua Calzada de Toro, nombrada como avenida de Federico Anaya, que se convertiría en el eje central del barrio Garrido.
El entorno del depósito quedó despejado hasta bien avanzado el siglo XX. La orografía del terreno, con la campa en pendiente, lo convirtió en el gran parque abierto del nuevo Garrido Norte, donde los chavales disfrutaban jugando al fútbol o escondiéndose en pequeñas casetas, mientras los adultos disfrutaban de la charla junto a la sombra del depósito. En este sentido, la campa de la Chinchibarra fue el escenario de los primeros partidos de fútbol que se jugaron en Salamanca, según recogió el periodista Loren Ruano en su 'Historia de la Unión Deportiva Salamanca'.
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Ya en los años 70 y 80, la zona de juegos y esparcimiento que era la Chinchibarra recibió también la visita habitual de las peñas de calva, deporte tradicional que reunía a numerosos jugadores. Durante casi una década, hasta 1981, acogió la instalación de las atracciones durante las Ferias de septiembre, antes de ser trasladadas a su actual emplazamiento en la Aldehuela. A finales de los 80, se emprendió en los terrenos el plan parcial que desarrolló urbanísticamente la zona, convirtiéndola en el moderno barrio de la Chinchibarra.
Ayer y hoy
Las imágenes existentes del teso de la Chinchibarra, de mediados del siglo XX, muestran una torre solitaria rodeada de nada, en los confines de la ciudad. Con el desarrollo urbanístico desplegado a principios del siglo XXI, la torre que ideó Sánchez del Río se ha convertido en el icono visible que domina desde las alturas uno de los barrios más agradables y acogedores de la ciudad, que reúne en pocos metros cuadrados un gran parque con zonas de juegos infantiles y espacio para canes, el centro de salud Sisinio de Castro, la biblioteca Torrente Ballester y el Conservatorio Superior.
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Tragedia en 1978: dos muertos en las obras de cobertura del depósito
El depósito de la Chinchibarra fue escenario de una terrible tragedia en la víspera de la fiesta de la Inmaculada de 1978. Dos soldadores, de los cinco operarios que trabajaban soldando el armazón de hierro de lo que sería la cobertura del depósito, fueron arrastrados al agua al hundirse parte de la estructura metálica en la que estaban trabajando, tal vez por la fuerza del viento. La profundidad de los vasos era de ocho metros. Sus compañeros trataron de acercarles elementos de construcción a los que pudieran asirse, pero en pocos segundos el peso de las estructuras a las que estaban amarrados los hizo desaparecer de la superficie. Dionisio Ciudad, de 24 años, natural de Villamayor, y Feliciano Sánchez, de 22, vecino del Barrio Blanco, perdieron la vida en ese desafortunado accidente que conmocionó a la ciudad.
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