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«Es mejor que te sientes», le dijo un joven MIR a una madre de familia que acudió con su hija a Urgencias con la esperanza de que en pocas horas estarían de vuelta en casa.
En la mirada del médico, la carga de una mala noticia. En el monitor, los resultados de un TAC.
Daniela llevaba varias semanas quejándose de un fuerte dolor de cabeza, pero al fin y al cabo es una niña de 14 años con las preocupaciones propias de la edad: una fase de desarrollo, el agobio de los exámenes finales de segundo de la ESO, los meneos que se lleva el cuerpo cuando se visita un parque de atracciones…
«Era solo dolor de cabeza, pero un día la niña vino de un torneo con mucho dolor y por insistencia de ella nos acercamos a Urgencias», explica la madre de Daniela: Sheila Santos.
La pequeña -ya no tan pequeña- acaba de abandonar la edad pediátrica y ya accede a los circuitos sanitarios de los adultos. En plena adolescencia, Daniela ya no cree en cuentos de hadas, pero su familia sí cree en los ángeles: «En esta historia hemos tenido a un ángel de la guarda, que fue el MIR que nos atendió en Urgencias. Dijo que no quería irradiar a la niña más de lo necesario, pero insistía en que no se quedaba tranquilo. Le hizo una radiografía en la que no se veía nada, pero como le habíamos comentado que esa noche la niña no pudo dormir y que, incluso, vomitó, nos pidió tiempo para darle una vuelta al caso porque algo no le encajaba. Finalmente decidió que merecía la pena hacerle un TAC y ahí se vio todo bien», recuerda Sheila que desde ese momento ha visto avanzar su vida demasiado deprisa.
«Aquello fue un lunes y en una semana ya estaba operada», destaca la familia. Entre medias, una resonancia magnética que confirmó la presencia de un tumor cerebral en grado 4 -muy agresivo- que es muy poco común en niños, y un trabaio de coordinación entre servicios dentro del propio Hospital de Salamanca que los padres de Daniela aplauden de corazón.
«En un momento tan duro como este es cuando uno piensa que nos quejamos demasiado de la sanidad pública. Nos quejamos de los trabajadores, decimos que no tienen tacto... Pero ¡por favor, qué humanidad tienen en el día a día!», ensalza Sheila Santos. «Es un caso muy complejo y ha funcionado todo como un reloj», añade.
La neurocirujana decidió ingresar a Daniela directamente desde Urgencias. Por su edad pasó a la planta de adultos, pero Santos recalca que «el equipo humano se encargó de tratarla como una reina, con un tacto y un cariño que emocionan». Posteriormente se acordó que, pese a la edad, su caso fuera llevado por Oncología Pediátrica.
Durante su estancia en la UCI también ocupó cama de adultos, pero el Hospital se preocupó de ponerla en el box número 8 para que viera lo menos posible de lo que había a su alrededor. «Los trabajadores la trataban de forma especial, tenían detalles que pueden ser simples, pero te llegan adentro, como que te vean a su lado y te traigan un café… Estando ingresada la han dejado pasear para ir a visitar a su prima, que también estaba hospitalizada. No sé cómo expresar nuestra gratitud a neurólogas, cirujanos, oncólogos…», enumera Sheila con entereza.
Daniela se sometió a una cirugía:se retiró el tumor y se envió a Madrid para analizar. Entre tanto, el equipo de Oncología Radioterápica valoró el caso y decidió que el mejor tratamiento posible para Daniela es la novedosa protonterapia. Actualmente solo se realiza en clínicas privadas, es muy costosa y no existe en Castilla y León, pero en estos casos no se escatima. «La Junta de Castilla y León solicitó que Daniela fuera tratada en Madrid y en menos de 24 horas nos llamaron para decir que estaba autorizado».
Se han realizado 30 sesiones de protonterapia de 30 minutos cada una -5 a la semana-y la joven ya se encuentra en Salamanca a la espera de una resonancia de control antes de continuar con los tratamientos.
«Al tratarse de un tumor agresivo, debemos continuar con otros tratamientos porque sigue habiendo presencia de células tumorales, pero Daniela lo está llevando de una manera increíble. Los adultos no podemos evitar mirar más allá, pero los niños lo gestionan de otra manera», reflexionan sus padres.
El verano consume sus últimos días. Daniela trata de aprovecharlos haciendo una vida lo más normal posible. Los tratamientos le han producido pérdida de cabello, náuseas y una inflamación del cerebro que le produce dolor, pero ni con esas pierde la sonrisa. «Somos fuertes y valientes», repite.
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