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Martes, 13 de agosto 2024, 16:01
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La octava entrega de la franquicia creada en 1979 promete regresar al espíritu de Ridley Scott. ¿De qué manera? Por un lado, en el tono, que abraza el puro terror. De ahí que tras la cámara se encuentre un especialista en el género como Fede Álvarez (No respires). Por otro lado, en el realismo crudo y el uso de efectos prácticos, contra el abuso digital de las superproducciones actuales, repletas de cromas. Pero la cosa no queda ahí. Como el director uruguayo -y su fiel guionista Rodo Sayagués- se educaron en el cine de los años 80, querían evocar el estilo visual de las dos primeras cintas, la de Scott y la secuela de James Cameron (1986); así, rescataron diseños fascinantes de algunos bocetos originales nunca utilizados de los maestros Ron Cobb (que concibió la nave Nostromo y sus angostos pasillos) y H. R. Giger (autor del monstruo más famoso de la Historia del cine). Por último, y no menos importante, Alien: Romulus sitúa su argumento, cronológicamente, entre Alien y Aliens. Se estrena este miércoles 14 de agosto en las salas de Van Dyck Tormes.
En la acción, que transcurre en el periodo de 57 años en que Ellen Ripley vagó por el espacio en estado de hipersueño, un grupo de jóvenes colonos se infiltra en una estación abandonada. Llevados por la codicia más que por el sentido común, pretenden robar tecnología puntera. Pero no cuentan con que el lugar está infestado de xenomorfos hambrientos… Desde el momento en que emergen, todo se convierte en una lucha por la supervivencia. La trama es independiente al resto de filmes, aunque se espera que exista alguna conexión con la saga. Eso sí, en el reparto no está Sigourney Weaver. De hecho, el único rostro conocido de Alien: Romulus es el de Cailee Spaeny (1998), recientemente vista en Civil War y, sobre todo, en Priscilla, el biopic de la mujer de Elvis que ella encarnaba. Los demás son actores emergentes, aunque el verdadero protagonista en todos los títulos de esta saga solo puede ser el xenomorfo, con su «hermosura psicosexual», como señala el director. Álvarez ya demostró su dominio del gore y el tono trágico en el remake de Evil Dead (Posesión infernal), de Sam Raimi, alabada por la crítica y un éxito de taquilla. Ahora promete una atmósfera de tensión irrespirable, un gran respeto al público y a su inteligencia (consejo que le dio el propio Ridley Scott, aquí productor) y mucho impacto visual. Ah, y asegura que nos encontraremos más de una escena repulsiva, de esas que dan ganas de apartar la vista de la pantalla pero al mismo tiempo no dejar de mirar.
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