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El Cristo Torero envuelve Salamanca de rojo y morado con su capote de oración

El Cristo Torero envuelve Salamanca de rojo y morado con su capote de oración

Cuidado exorno floral de la imagen de Salvador Carmona en el 70 aniversario de la cofradía en la calle

Á.B.

Jueves, 29 de marzo 2018, 13:14

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Aunque 35 años antes ya pisó las calles de Salamanca en procesión, fue en 1948 cuando Jesús Flagelado lo hizo formando parte ya de la cofradía independiente que ayer celebraba sus 70 años de hermandad. El ´Cristo Torero´, apodado así por la posición en la que recoge sus vestiduras similar a un capote, fue protagonista de un desfile minuciosamente cuidado desde la cruz guía al final de la procesión. Tan solo el viento rompió la seriedad y mantuvo apagada la cera de las velas durante gran parte del recorrido. El cruce de la plaza de San Isidro se convirtió en una verdadera batalla para aguantar que las llamas permanecieran activas un minuto.Puntual. Con tres toques en la puerta se anunciaba la salida de la cruz de guía acompañada de dos faroles. Salida de hermanos y mucho público esperando una salida querida por el público cofrade pero aún más admirada por los amantes del arte por la magia que salió de la gubia de Salvador Carmona hace casi tres siglos. Y se hizo la instantánea. Sobre un exorno floral muy cuidado en tonos rojos y morados sin que distorsionaran la vista del ´Cristo Torero´ pero favoreciendo que resaltara aún más la imagen.Sobre los hombros, desciende la rampa de La Clerecía con los sones del Himno Nacional. No hay aplausos. Solo se escuchan los primeros sones de ´Tu manto de oración´, la marcha que se ha convertido en identidad de la imagen desde que Font la compusiera en 2014 aunque por lo rápido que ha calado pareciera que llevara siglos protagonizando la salida. La mirada hacia el horizonte de Jesús Flagelado antes de encarar Libreros sonando las cajas de la Agrupación Musical Virgen de la Vega en ´Reina de Reyes´ y la ansiada ´Saeta´.Esperaba la madre. La Virgen de las Lágrimas solo con toques de tambor hasta que colapsara la pequeña plaza de San Isidro con los sones de una ´Caridad del Guadalquivir´ que ayer parecía compuesta a orillas del Tormes. El paso se presentó con los avances incorporados en las esquinas y los anagramas de la cofradía. Rosas blancas y claveles morados aportaban suavidad al dolor de la Virgen sin que interfiriera en la mirada del público. Sobre sus manos un pañuelo, en el pecho, un broche, también de estreno. El rosario, transparente. Como las lágrimas de un Miércoles Santo. Igual, pero insólito al mismo tiempo.

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