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El día en que la tuna rondó a Lady Di en Salamanca

El día en que la tuna rondó a Lady Di en Salamanca

Se cumplen dos décadas de la muerte de Diana de Gales. Diez años antes de su fallecimiento, visitó la ciudad

C.A.S.

Miércoles, 30 de agosto 2017, 19:03

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Cuando Diana de Gales visitó Salamanca tenía sólo 25 años. Era esa mujer tímida y discreta que acaparaba todas las mirabas por su belleza, cercanía, carisma y esa luz que desprendía desde que se había convertido en princesa hacía seis años. Nada se sabía por entonces de los problemas que padecía de puertas para dentro: la bulimia, las continuas infidelidades de su marido Carlos de Inglaterra con Camila Parker-Bowles, los desprecios de éste hacia sus problemas de salud y el rechazo de la familia real inglesa. La Princesa del Pueblo sabía cumplir con el protocolo a la perfección como demostró en su estancia de cinco horas en la capital del Tormes.En 1986, los Príncipes de Gales disfrutaron con sus dos hijos de las vacaciones en Palma de Mallorca con la familia real española. Por entonces ya se empezaba a hablar en los medios de un posible divorcio entre Carlos y Diana. Al año siguiente decidieron volver a España, esta vez en viaje oficial, para conocer en cuatro días Madrid, Toledo y Salamanca.El 23 de abril de 1987, los salmantinos se echaron a la calle para ver y saludar a los Príncipes de Gales, que llegaron acompañados de unas jovencísimas Infantas Elena y Cristina. La crónica de ese día detalla el llamativo y elegante traje de chaqueta y falda rojo con solapa y botones blancos, y con zapatos y bolso a juego que lucía Lady Di, que durante toda la visita no cruzó ni una palabra con el que era su marido. Ambos se evitaban y el distanciamiento era evidente según recuerdan los que presenciaron aquella visita oficial. La Princesa de Gales era la que acaparaba los piropos y aplausos de los ciudadanos en su paseo por el centro de la ciudad. Una popularidad que provocaba los celos y la envidia en Carlos de Inglaterra según revelaría Diana años después, tras su divorcio.La primera parada de la intensa agenda real fue el Ayuntamiento, donde los Príncipes de Gales fueron recibidos por el entonces alcalde Jesús Málaga. Allí, Carlos de Inglaterra improvisó unas palabras en las que mostró su satisfacción por visitar una ciudad "de la que tantos y merecidos elogios" habían llegado a su conocimiento. El Príncipe de Gales recordó el pasado histórico de Salamanca rebosante de soldados británicos que luchaban con los españoles bajo las órdenes del duque de Wellington, y mostraba su confianza en que su visita sirviera para "estrechar lazos entre España y el Reino Unido".Tras saludar desde el balcón Consistorial a los salmantinos, tanto Diana y Carlos como las Infantas rompieron el protocolo para estrechar la mano a los ciudadanos que esperaban para verles de cerca bajo un sol de justicia.La Catedral, donde fueron recibidos por el obispo Mauro, los museos Municipal y Diocesano, donde descubrieron una placa conmemorativa, y la Universidad fueron las siguientes paradas de la visita. Acompañados por el rector Julio Fermoso, Lady Di y Carlos recorrieron el Aula de Fray Luis de León, la capilla de la Universidad y la biblioteca histórica donde se interesaron por los manuscritos e incunables. De regalo se llevaron un óleo, obra de Rafael Sánchez Carralero, y varias ediciones facsímil. Tras un vino de honor con la comunidad universitaria en el Patio de Escuelas, los Príncipes recorrieron a pie la calle Libreros, en medio del clamor popular y se dirigieron en coche al Colegio Fonseca donde les esperaba el almuerzo: entremeses ibéricos, vichissoise, lubina al horno, solomillo con setas y salsa de trufas y tarta de hojaldre. Todo ello regado con vino de la Ribera del Duero.Fue a la salida donde se produjo la fotografía que dio la vuelta al mundo: la tuna universitaria rodeó a Lady Di y la vistió con su típica capa mientras la ´rondaban´ con lo más sonado de su repertorio. Ella en el centro de todas las miradas mientras Carlos sonreía al fondo. Fue la imagen más espontánea de la visita que decenas de fotógrafos llegados de medio mundo se pelearon por captar y que llevó a Salamanca a las portadas de cientos de periódicos y revistas de todo el planeta.

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